CAPÍTULO 31

263 64 30
                                    

—¿Cuántas reglas estás dispuesto a quebrar con tal de atrapar al culpable de todo esto?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Cuántas reglas estás dispuesto a quebrar con tal de atrapar al culpable de todo esto?

Devon se acercó todo lo que pudo sin llegar a tocar a Nínive.

—Todas —susurró con sus ojos fijos en los ojos de ella, pero su fuerza de voluntad se quebró; su mirada se posó en sus labios rojos y sintió que la mismísima fuerza de gravedad lo obligaba a caer rendido sobre ellos cuando extinguió la distancia que los separaba, envolviendo la boca de Nínive con la suya y...

Devon abrió sus ojos de par en par, sobresaltado. Parpadeó un par de veces, adaptando su visión a la penumbra que cubría su dormitorio, al tiempo que normalizaba su respiración. Se había quedado dormido sobre su escritorio, terminando de redactar el comunicado que Pierrick daría respecto a los asesinatos. Frotó su cuello con una de sus manos y rotó su cabeza de hombro a hombro para lidiar con las contracturas musculares que la dosis le había provocado. Miró el documento frente a él y suspiró, un poco avergonzado tanto por la recaída como por el sueño que acababa de tener. Estiró su brazo para ver la hora en su reloj, y soltó un insulto al ver que era medianoche; era la hora acordada para entregar el documento, al cual le restaba un par de párrafos que Devon escribió a toda prisa, con la lámpara portátil como única fuente de luz en toda la habitación.

El mensaje era simple: afirmar que el D.I.I. ya tenía un sospechoso bajo la mira, y que muy pronto la todo regresaría a la normalidad, gracias a la efectividad del gobierno y sus oficiales.

—Es una mentira —había dicho Devon cuando Nínive lo propuso.

—Es una provocación. Les quitarás protagonismo; querrán demostrarte que no tienes el control de la situación.

Devon comprendió en ese instante por qué Bryce había insinuado que era un plan poco ortodoxo. No pretendía instar a un asesino a cometer sus crímenes. Sin embargo, según la teoría de Bryce, esos asesinos ya estaban listos para atacar:

—Wagner te dijo que Imanol accedió a la belladona dos semanas antes de cometer el homicidio. Dos semanas. Esto es premeditado, DeBlanckfort. Es muy probable que quien vaya a atacar ya tenga sus herramientas a mano. Solo está esperando.

—Esperando, ¿qué?

Bryce había dejado sus ojos desenfocados.

—Eso es lo que me gustaría saber.

Tenía sentido que fueran ataques premeditados. No obstante, la lista de alumnos que habían obtenido muestra de plantas, hierbas y hongos peligrosos durante el último mes era larguísima. Interrogarlos uno por uno, sin evidencias en su contra, llevaría mucho tiempo. Por otro lado, tenían pendiente un asunto: la dosis de LSD.

—Ningún laboratorio ni enfermería posee algo así —había explicado Devon.

—¿Pueden los estudiantes conseguir drogas, o ingresarlas entre sus pertenencias?

SangbìbiersWhere stories live. Discover now