CAPÍTULO 25

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Devon contempló en silencio cómo LeBlanc abandonaba el laboratorio, siendo el chasquido de la puerta el único sonido en la habitación hasta que Wagner cogió el radio transmisor que portaba en la pretina de su pantalón

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Devon contempló en silencio cómo LeBlanc abandonaba el laboratorio, siendo el chasquido de la puerta el único sonido en la habitación hasta que Wagner cogió el radio transmisor que portaba en la pretina de su pantalón.

—Necesito que vigilen al doctor LeBlanc de cerca.

—Copiado —contestó un agente.

Devon se lo quedó viendo. No tenía una opinión conformada; jamás se le pasó por la mente que LeBlanc pudiera estar implicado. Sin embargo, pese al vínculo cercano, no sentía una conmoción avasallante; su padre siempre le había advertido lo mismo: cualquiera podría traicionarlo, en cualquier momento, por cualquier motivo. Por eso no se permitió emitir ninguna objeción cuando Wagner dio sus indicaciones. Sus ojos viajaron hasta McHugh y Bryce, ambos petrificados. Bryce miró a Wagner cuando este continuó hablando:

—Esté vinculado LeBlanc o no, nada cambia el hecho de que una célula terrorista ha estado reclutando alumnos. Si bien el D.I.I. se ha encargado de rastrear el origen, no hemos dado con su ubicación, por lo que... —Wagner lo miró— estamos trabajando mediante filtros y palabras claves, Su Alteza, pero tendremos que pedirle al Consejo que nos permita acceder a las cuentas privadas de todos. Debemos deshacernos de esa célula operante.

Devon asintió con su cabeza, pero no dijo nada. Era un mal necesario que muchos en el Consejo aprovecharían para usarlo en su contra y tildarlo de «autoritarismo». Podía imaginarse la lluvia de críticas cayendo sobre él.

—Comprendo que los Minoritarios asesinan para dar un mensaje, sin embargo, ¿no es posible que haya un plan? —Bryce señaló los expedientes que Wagner había proyectado en la pizarra—. Renan tenía un sesenta y cuatro por ciento, Aubert un setenta por ciento... —Bryce silenció de repente. Devon se revolvió en su asiento cuando ella cogió un marcador negro y comenzó a escribir los porcentajes—. Si esa diferencia de seis puntos porcentuales se mantuviera, tendríamos cinco asesinatos por delante hasta llegar al cien por ciento.

—No tenemos ningún cien por ciento en la abadía —replicó Devon. Le pesaba en su alma decirlo, quemaba en su garganta, pero, aunque hubiera intentado cambiarlo durante los últimos años..., era la verdad.

Bryce frunció el ceño.

—¿Cuál es su porcentaje, Su Alteza?

Devon tensó su mandíbula ante el tono irónico con el que se dirigía a él.

—Noventa y nueve.

—¿Noventa y nueve por ciento justo, sin decimales?

Devon resopló.

—Noventa y nueve con noventa y nueve por ciento. ¿Feliz?

Bryce falseó una sonrisa.

—Mucho. —Entonces regresó a los números en la pizarra—. Su porcentaje es prácticamente un cien, y me arriesgaré a afirmar que es el único que posee ese número.

SangbìbiersHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin