CAPÍTULO 34

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Cuando Devon cruzó las puertas del Salón de Té, se quedó petrificado

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Cuando Devon cruzó las puertas del Salón de Té, se quedó petrificado. «Tiene que ser una maldita broma», pensó al ver a su padre, Benôit, Nicodème, el marqués Romerick III y el duque Herald I. Habría dicho que es un déjà vu, pero los rostros de Marie Hélène y la cabeza de la casa de los Harssbornen, Bjorn VII, fue lo que más le intrigó.

—Hijo. —Su padre hizo un ademán con su mano para que se acercara, y eso hizo, viendo en silencio cómo los presentes hacían una reverencia.

—¿Suele presentarse siempre a la hora que se le place, Su Alteza? —cuestionó Bjorn, haciendo que Devon lo fulminara con la mirada, dispuesto a devolverle el insulto indirecto, pero vio hacia abajo cuando su padre le apretó la mano.

No necesitó ver su expresión para comprender que le pedía calmarse. Sin embargo, resultaba difícil estar tranquilo cuando tenía frente a él a un Harssbornen cuestionando su puesto como futuro monarca. La rivalidad iba más allá de las especulaciones sobre Manos Rojas; había comenzado siglos atrás, cuando uno de sus antepasados, Baptise el Valiente, conquistó las tierras germánicas que poseían los Harssbornen. Una guerra interminable se desataría a partir de la invasión, la cual solo consiguió un cese al fuego con el Tratado de Aquitania en el siglo XIX. No obstante, el tratado que unificaba los reinos no aseguraba la paz, y eso era sabido por todos ellos, en especial los Harssbornen: a diferencia del resto de los reinos sangbìbiers, las tierras de los Harssbornen celebraban costumbres casi opuestas al luxirianismo. Adoraban a Blodethèrre, Lord del Abismo; así como los luxirianos, creían en la superioridad de los sangbìbiers sobre los terrestres, pero su culto les instaba a sacrificarlos frente al altar de su dios. No creían en los afines, sino que practicaban la poligamia con el fin de poseer tantos herederos como fuera posible, y tampoco estaban de acuerdo con la unificación del reino, sino que querían seguir gobernando sus tierras en el norte y, de ser posible, conquistar al resto.

SangbìbiersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora