Capítulo 44

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Gabriel

Últimamente estoy en la luna.

Y bueno, literalmente hablando, pero ese no era el punto.

Es que a ver, yo nunca, jamás, olvido cosas. Pero hoy, específicamente hoy, se me olvidó mi celular en mi casa ¿Y a quién se le olvida su teléfono en casa cuando su trabajo es en el celular casi que 24/7?

Pues a mí.

Pero eso no había sido todo, también se me había olvidado que tengo un trabajo 24/7 y ayer cuando estaba saliendo de la oficina le dije a un cliente: «Le llamo más tarde. Estoy en una junta». Cabe recalcar que yo jamás hago cosas así, podía estar en carnaval y yo siempre buscaría la forma de atender, por eso últimamente había dejado de ir a esos sitios que no me permitieran tener una llamada tranquila.

Madre mía, eso suena tan esclavizador.

Sobra decir que no estaba en ninguna junta, iba a ver a Lu. Bueno, no solo a ella, también a mi padre, en un bar. Sí, ambos en un bar, como compadres, compinches, camaradas y todos los sinónimos que existan, pero en fin, fue el mismo comisionado quién me llamó y me dijo que estaba con Luna y, además, que ambos estaban esperando que yo saliera del trabajo para que me les uniera.

Decir que ya no tengo de otra que ir a donde esté Lu está demás y es algo que mi padre ya sabe, así que... ni modo, conduje directo al lugar que Luna me había compartido en un mensaje de texto y sí, ahí me los encontré a los dos, riéndose a carcajadas con una cerveza en mano como si fueran dos viejos amigos de tragos.

Y a estas alturas, sí creo que lo son.

Cuando me les acerqué, lo primero que mi padre dijo fue:

―Dice Luna que últimamente tu precio ha subido cuarenta y nueve cerdos holandeses.

Carajo.

Ni un hola siquiera.

Pero bueno, hubiera replicado a no ser porque en el lugar también estaba la esposa de mi padre y mi hermana mayor, Jessie, quienes se rieron por el comentario también. Por instinto miré alrededor, por si Roberto andaba por ahí porque eso parecía una reunión familiar más bien ―una reunión familiar de las que ahora pertenece Luna, cabe mencionar―, pero gracias a quién sea, no había ni una sola pista suya por ningún lado. Me acerqué a Luna y después de saludar al resto de mi familia, le besé la mejilla y le susurré al oído:

―Espero el día en el que sea yo escapándome a beber cerveza con tu familia.

Y ella respondió con ironía:

―Entonces ve practicando, porque vas a necesitar un buen hígado.

―Oh, diablos. No estoy a la altura.

Lu me miró con una sonrisa, me senté a su lado en el momento que alguien comenzó a cantar en una tarima y me di cuenta que era un Karaoke... de rancheras. Bromeé con mi padre preguntándole si iba a lanzarse una de Vicente Fernandez y él me dijo que sí, que Luna ya le había dado clases.

Madre santa. Pero bueno... no dije nada, cuando me acomodé sin querer la cerveza se resbaló cayendo un poco de líquido sobre la mesa y después cayó sobre mi pantalón, logré tomar la botella a tiempo, pero antes de lograr alcanzar una servilleta Luna lo había hecho por mí y de inmediato sentí su mano en mi entrepierna.

A ver, tampoco creo que así se limpie la entrepierna.

―Lu... ¿Qué haces? ―Me contuve una risa y sostuve su mano hasta lograr entrelazar sus dedos con los míos porque insistía en continuar.

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora