Capítulo 46

42.8K 6.8K 3.2K
                                    


Gabriel

Tres cosas habían pasado en una sola mañana.

Aparte del estrés que me cargaba desde temprano después de cierta reunión que siento, muy en mis adentros, no fue del todo bien, habían tres cosas más que estuvieron a punto de desestabilizarme la paz por completo. Es más, iré por partes:

Primero, Catalina.

Mi hermana además de aparecerse casi dos horas después de su horario laboral refugiándose en el hecho de que fue responsable mandando a Elías —un menor de edad, con una identificación falsa— a cubrir su puesto por esos «minutos» —según ella— volvió a desaparecerse más tarde. Antes de eso había alegado que Elías hacía un buen trabajo —lo que no es mentira— y habíamos discutido porque me dijo que yo la trataba como una esclava y yo dije que iba a despedirla, luego solo desapareció. Estaba necesitando unos papeles con urgencia y por mucho que la llamé a su teléfono celular, no contestaba.

—¿Alguien ha visto a Catalina? —Le hablé a unos colegas, quienes negaron con la cabeza al mismo tiempo. Genial. Di una vuelta más por el piso y miré a Javier, otro compañero de trabajo, justo en el momento que lo detuve para preguntarle por Catalina me dijo que no sabía tampoco, aparte de agregar que apenas estaba llegando, cambió de tema y preguntó:

—¿Cómo te fue con Belrose?

—Bien. —Cambié de tema, claro: —Por cierto, hace un rato Melissa estaba esperándote ¿no le enviaste un correo para cancelar la cita?

—Sí lo hice, pero estoy comenzando a sospechar que viene aquí solo para verte. —Me rodeó para seguir su camino, pero antes continuó: —La noté decepcionada cuando me preguntó si tú podías llevar su caso y yo le dije que tú solo te encargabas de finanzas. Por cierto, comenzó a compararte con Cristal y yo le dije, con todo respeto claro, que escuchar hablar sobre Cristal me importaba una mierda. En fin, tengo que trabajar, te veo luego.

Y se fue. En ese momento miré por la ventana y ahí estaba Catalina. Caminaba con la paciencia de una tortuga que no tiene que estar en su sitio de trabajo a estas horas, además de llevar una dona en manos y un café de Starbucks en la otra. La llamé otra vez y solo se detuvo, miro el teléfono en su bolsillo —ni siquiera lo tomó— y después siguió su camino.

Así tal cual.

Definitivamente, o renuncia ella o la despido yo.

Pero en fin, esa situación con Catalina pasó a segundo plano. Después de que mi jefa llegara a mi oficina y me preguntara sobre la reunión con el señor Belrose, tuve que ser sincero y decirle que tal vez necesitábamos presionar un poco más, entonces ella me dijo que intentara contactarlo de nuevo, pero justo en el momento que mi jefa se fue y yo me senté a redactar un email, la puerta de mi oficina se abrió otra vez y esa fue la segunda cosa que intentó desestabilizar mi paz mental este día: Cristal.

No tenía idea que Cristal tendría alguna cita o algún asunto importante que hacer en el despacho hoy, pero en sus manos traía una caja, una que dejó sobre mi escritorio aún sin yo haberle pedido que entrara. El material del objeto que era de madera fina con acabados de vidrio y sobresalía un listón dorado que ni siquiera toqué.

—Es la invitación a mi boda. —Dijo, abrió la caja y sacó una botella de vino de donde colgaba una tarjeta una donde logré alcanzar a ver mi nombre y el de Lu. —Vine personalmente ya que tenía cosas que hacer por aquí.

Entonces hubo un silencio, no sé qué esperaba que contestara, así que dije:

—Está bien, gracias.

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum