Capítulo 18

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Gabriel

Siempre hay que sacar lo mejor de las situaciones.

Si algún día te quedas sin gasolina en medio de la nada tú decides si maldecir o sentirte agradecido por tener la oportunidad de moverte en un coche. Siempre, sin darle vueltas al asunto, saco el lado positivo de todas las situaciones. Todas.

Incluyendo lo que acaba de pasar.

Digo, no es a diario que alguien te besa de pronto ―por no decir que es la primera vez que me pasa― y, aunque por un momento me quedo en blanco, intento sacarle lo mejor a la situación, pero termino riéndome, carcajeándome con Luna, porque... vamos, no es algo que te esperas ocurra un día normal, en una posición que ni siquiera pudiera considerarse una cita, hasta se podría decir que esto trabajo... porque lo es... casi.

―¡Cielos, Lu! ―Exclamo con tono sarcástico. ―Si querías besarme solo me lo hubieras dicho. Me hubiese preparado mejor, con un beso apasionado y música romántica de fondo. Y decirte: Ninguno de esos necios ha sabido besarte así jamás.

No voy a negar que siempre lanzo este tipo de comentarios para escuchar la respuesta de Luna, porque sé que ella siempre tiene algo ocurrente para decir. Y no me equivoco, suelto una risa cuando me contesta:

―Buena referencia de «Lo que el viento se llevó» pero yo lo prefiero así: Tú con tu traje de El hombre araña, colgado del techo, bajo la lluvia, mientras me dices: Qué insistencia de meterte en problemas.

La escena de El hombre araña se reproduce en mi cabeza y no puedo evitar imaginármelo así, suelto una corta risa al mismo tiempo que abro la puerta de mi auto y extiende mi brazo para que ella entre.

―Qué insistencia de meterte en problemas. ―Repito. Da unos pasos hacia mí para entrar al vehículo y añado: ―Me la estoy memorizando para cuando aprenda a colgarme del techo.

Eso provoca una carcajada en Luna, pero no queda ahí, antes de entrar al vehículo, con esa cara coqueta suya, me dice:

―¿Pero sabes qué? No me arrepiento.

Podría decirle que yo no me arrepiento tampoco, pero eso no está al nivel de la conversación. Así que en su lugar, suelto:

―Bueno, pudo ser peor.

La escucho reírse antes de cerrarle la puerta y todavía tiene una enorme sonrisa cuando me ubico frente al volante. Tiene sus ojos puestos en mí y me dice:

―Eres tan romántico como una langosta.

―¿Y a ti te gusta la langosta?

―A mí me encanta la langosta.

Entonces la miro y aprieto mis labios para evitar decir las siguientes palabras que van a salir de mi boca, pero no tengo necesidad de hablar porque ella suelta una risotada viendo su teléfono y me extiende lo que hay en su pantalla.

La fotografía.

El hecho había quedado registrado y, aunque solo se me ve la mitad de la cara, de la nariz hacia abajo, cualquiera que me conoce podría saber que soy yo. Se ríe de nuevo y me dice:

―Voy a publicarla en mis historias.

―Hazlo.

Pero, vamos, que no creí que aquello fuera verdad, no me imaginé ni en mis sueños más locos que a Luna se le ocurriría subir esa foto a su red social, una que no solo miran cincuenta personas, sino miles; pero cuando estoy llegando a la oficina y una notificación me llega al teléfono, me doy cuenta que sí, sí lo hizo y de paso me etiquetó a mí.

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Where stories live. Discover now