Capítulo 51

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Luna

¿Quejarme de mi vida? Nunca más.

Digo ¿a cuántas personas en el mundo les toca conocer a una persona como Gabriel? Un hombre fiel, atento, cariñoso y sincero. Que además, se tome el tiempo para desearte buen día o buenas noches, que te pregunte si estás bien o si ya comiste. Que te envíe regalos al trabajo y que baile contigo en la cocina mientras intenta cantarte una canción que suena en la radio, como ayer, por ejemplo, mientras sonaba All of me y él mismo se rio diciendo:

—Oh, no. Qué suerte que soy abogado y no cantante.

Es que Gabriel es todo lo que está bien. Me siento como si fue un paquete que ordené por Amazon y le puse todas las cualidades que me gustan en una persona. Es algo así como la perfección. Y después de una risa de mi parte, le dije:

—¿Tú siempre has sido así?

—¿Así como? —Con un gesto de mano lo señalé a él completo y soltó un pequeña risita. Pasé las manos por debajo de su saco abrazándolo por la cintura y contestó: —Bueno, nunca había conocido a una artista que me gustara tanto.

—Pero por algo Cristal no se olvida de ti. Ahora mismo debe estar en su luna de miel retorciéndose porque el que está junto a ella no eres tú.

—Mi relación con Cristal no fue ni parecida a lo que es contigo. Si se lo preguntas, te dirá que no fui el mejor novio del mundo. Simplemente no éramos el uno para el otro. Yo respetaba las cosas que a ella no le gustaban y las muestras de cariño nunca fueron parte de su forma de ser. Bueno, no conmigo.

—¿Y a ti te gustan las muestras de cariño?

—A mí me encanta que me abraces y me beses todo el tiempo, Lu.

Y sí, lo besé otra vez. Me levantó de la cintura haciéndome enredar las piernas alrededor de su cadera y me dejó sobre la encimera.

—Por cierto ¿Qué pasó con tus clases de piano?

—Las dejé, la maestra es muy guapa y me desconcentraba mucho. —Me dio un beso puesto en los labios y agregó: —Por cierto, tengo algo para ti.

—¿Otra cosa?

Sonreí y lo observé alejarse. Me bajé de la encimera, pero él ya estaba de regreso con una caja en manos. Incluso estaba envuelta y tenía un lazo. Me la entregó dándome un beso en la sien y me pidió que la abriera.

—¿Estamos celebrando algo? —Hice memoria porque esto de las fechas no van conmigo. Con costo recuerdo el día que nací y porque no hay forma que lo olvide si siempre despierto con resaca. Gabriel se rio un poco y me dijo:

—No tiene por qué ser una fecha importante. —Lo abrí ansiosa y me di cuenta que era una lámpara, una de un gato recostado en una media luna. Lo miré a él y sonreí cuando escuché: —Ahora cualquier cosa que incluya a un gato o una luna, me recuerda a ti.

Definitivamente, nunca en la vida me volveré a encontrar a otro hombre como Gabriel. Jamás en la vida volvería a tener esta suerte de ver a una persona como el hombre araña abrazarme cada mañana cuando despierta o cuando se va a dormir. Tampoco sería capaz de buscar a otro Gabriel, porque sería imposible. Y, por supuesto, Pantuflas nunca volvería a dejar que alguien más le rasque la pancita, porque sí, me había encontrado a Gabriel una mañana dándole cariñitos a «la fiera» y yo le dije:

—¿Lo ves? Te dije que algún día iban a ser mejores amigos.

—Solo sentí lástima por él.

Y entonces, por eso hoy estoy aquí, atravesando la recepción del edificio en el que trabaja porque me había dicho que estaba tan ocupado que todavía no había podido salir a comer. Me fui a comprar algo y decidí traérselo yo misma. A pesar de sus objeciones porque me iba a tomar mi propia hora de almuerzo para venir hasta su despacho. No hice caso, claro. Cuando entro al ascensor y estoy a punto de marcar el número del piso del despacho, una rubia se acerca corriendo y entra.

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Where stories live. Discover now