Capítulo 25

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Luna

―Señorita bolas.

A ver, ¿cuántas probabilidades existen de que la persona con quién hayas metido la pata sea tu suegro... en este caso, suegro de mentira... o futuro suegro si nos ponemos optimistas? Creo que incluso es más probable morir aplastado por un meteorito o ganarte el premio gordo de la lotería o que te parta un rayo en dos y ni siquiera sé si es eso posible.

Bueno, no es como que yo sea la reina de las probabilidades. Digo ¿a cuántas personas en el mundo les toca tener dos padres? ¿Y a cuántas les toca que esos dos padres se creen cuentas falsas de sexychocokrispis y candentenutella y, además, una confitería que no existe? (o eso es espero)

Es que yo sí necesito una limpia.

Ahora mismo en lo único que pienso es en lo mucho que quiero que aparezca aquel hombre de la cámara y la señora lunática diciéndome: «Es una broma... toma otros cien dólares»

Pero eso no pasa. Es más, el hombre araña recalca:

―Sí, es mi padre ¿Lo conoces?

¡Dios! ¿Por qué a mí? ¿Qué es lo que te he hecho?

―Señor comisionado... ―Exclamo, viendo al jefe de jefes de todos los jefes del trabajo de Luisa ¡No! ¡No! Ya no sé ni qué hacer, si fingir un desmayo, o mi muerte o salir corriendo. ―Qué gusto saber que... ―¿Qué aún camina? No, es el padre de Gabriel, no puedo decirle eso ¡Carajo! ¡Carajo! ―Está vivo.

Eso está peor.

El señor comisionado sonríe, se pone las gafas y entonces Gabriel me mira a mí cuando su ahora padre, exclama:

―¡Pero qué pequeño es el mundo! ―Ahora el hombre araña lo mira a él ¿Todavía tengo tiempo para cavar un hoyo y meterme ahí hasta que los alienígenas hayan invadido la tierra? ―Rodríguez, nunca me esperé que usted fuera Aladdin, o la agente de servicio al cliente ¿No tiene más sorpresas que darme, verdad? Mire que me puede fallar el corazón y será su culpa.

―Entonces ya se conocen. ―No sé si eso era pregunta o afirmación, pero ¡Sí, Gabriel! ¡Sí! Si tan solo hubieras mencionado que tu padre era el jefe de jefes de todos los jefes de la comisaría, yo me hubiese evitado este vergonzoso encuentro. Madre mía.

―¡Por supuesto! ―Exclama el comisionado de inmediato. Cabe mencionar que yo ni siquiera puedo articular una palabra coherente. ―Bolas me hace bullying cada que se aparece por la comisaría, dice que estoy muy viejo para mi puesto.

Gabriel me mira, no sé si su interrogante es por el « bolas» o por el «bullying» que el señor comisionado menciona o porque le esté contando que yo digo que lo considero muy viejo. Pues, eso es verdad pero ¡Santísimo escarabajo! Tantas personas en el mundo ¡Tantas! Y él tiene que ser el padre de Gabriel.

―No es verdad. ―Me río nerviosa en un vago intento por defenderme. ―Me preocupo por su salud es todo, tanto estrés que... bueno, qué puede pasarle ¡Y mire que ni siquiera sabía que casi éramos familia! Instinto, comisionado.

Ay, mejor me callo.

―Nadie nunca se había preocupado tanto por mí.

―Sabes que mi hermana es policía. ―Le siseo a Gabriel. ―Tal vez me lo hubieses mencionado. ―Finjo su voz y digo «finjo» porque es obvio que no me sale. Digo, la voz del hombre araña es fuerte, grave, varonil. Sí, igual a la del señor comisionado. Carajo. ―Oye Lu, mi padre es el comisionado.

No, esto no es para reírse aunque parece que a Gabriel sí le hace gracia y al señor comisionado también. Gabriel me dice que él no habla así y, además, agrega que cómo iba a saber que yo le hacía bullying a su padre. Por supuesto que lo dice con un tono socarrón, pero igual eso no es bullying... voy a protestar, pero entonces su padre nos interrumpe:

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Where stories live. Discover now