Capítulo 47

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Luna

Últimamente todo está yendo tan bien que da miedo.

Y no es que esté siendo un «pájaro de mal agüero» como decía la abuela Margarita, pero ya tengo varios días de paz y eso es sospechoso.

Excepto lo de Ana, por supuesto. Pero eso no cuenta.

Aparte de todo lo bueno que tiene mi vida últimamente, despertar todos los días solo para acurrucarme en los brazos del hombre araña es el top, pareciera algo producto de mis sueños nada más, pero no... sí es real, sí está pasando y sí es el perfume de él que se me impregna en la ropa todas las mañanas por esos abrazos apretadísimos, cariñosos e inigualables de Gabriel.

Tal vez sí debí hacer algo bueno en otra vida, porque ¿de qué otra forma tuviera a este hombre perfecto frente a mí? Con esa sonrisa preciosa y esos gestos encantadores que hace cuando me está contando sobre su día aunque a veces no entiendo un carajo, pero pretendo que sí. Además, acepta bailar conmigo, me toma las mejores fotografías y le parece gracioso mi playlist de cumbia para hacer el aseo todos los domingos.

Pero es que así es Gabriel, paciente, sincero, divertido y atento.

—Temo que llegue ese día en que ya no pueda llevarte el ritmo con todas esas energías que te cargas diario, Lu. —Me dijo ayer después de haberse bailado un álbum completo de Marc Anthony conmigo. Me reí y me senté cuando sacó la silla de una mesa para que yo me sentara y él tomó el lugar en frente.

—Entonces, te sientas y miras. Qué suerte que aprendí Pole Dance por si eso llega a pasarte.

La reacción de Gabriel me causó gracia y después soltó una risa fingiendo preocupación tocándose las piernas porque, según él, comenzaba a no sentirlas. Además, agregó:

—¿Qué necesitas para comenzar a practicar lo del Pole Dance hoy mismo por si ese día llega dentro de poco? —Me volví a reír y entonces, dijo: —Por cierto, te tengo un regalo. —Se sacó algo del bolsillo y vi una cajita de color plateado. —Estaba viendo la web de Belrose y miré algo que me gustó para ti.

Entonces miré lo que me estaba extendiendo, abrió la cajita y miré el brazalete de oro blanco, con una media luna en el centro hecha de pavé negro y cristales transparentes. Me dijo que el modelo se llama así «media luna» y yo le contesté que ya lo sabía, pero no le dije los motivos reales, solo comenté que es una de las que más me gustan de toda la colección. Le tendí la mano y cuando la estaba dejando en mi muñeca, le sonreí, me incliné sobre la mesa y él con la misma sonrisa, se acercó y me dio un beso.

Por supuesto que eso iba a gustarle a mis padres.

—¿Sí puedo presumir mi regalo en redes sociales?

—Donde tú quieras, mi amor.

Y tomé la foto, con mis dedos entrelazados a los de Gabriel, aunque el enfoque fue el brazalete, los cristales y la media luna, sí se veía la mano del hombre araña y la primera en darle me gusta fue aquella amiga de Cristal. Ni siquiera sabía que me estaba siguiendo, pero en fin. Había etiquetado a CandenteNutella, también. Y a sexychocokrispis. Por eso, cuando desperté esta mañana, ya tenía las respuestas de los dos. La de Francois que fue «Pero qué buenos gustos» y la de sexychocokrispis «Un clavo menos al yerno», a lo que Francois le respondió «a este paso va a quedarse sin clavos» y mi otro padre contestó «Tienes razón, pero como un clavo saca a otro clavo, este fin de semana le ponemos dos».

En fin, tenía una conversación entre ellos dos en mi fotografía y no había tenido tiempo de contestarlos —o borrarlos— porque había salido temprano de casa, el regalo de Gabriel merecía otro de mi parte y me vine directo a una tienda de ropa hombre, hasta había hecho un grupo de WhatsApp y había metido a mis dos padres, con el nombre: «Padres Granjeros que me abandonaron».

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Where stories live. Discover now