Capítulo 58

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Gabriel

De todas las cenas a las que me han invitado en mi vida, esta se lleva el primer lugar a la más...

No sé ni cómo describirla.

Hasta ahora, nunca había tenido a un sujeto apuntándome con un arma, a un ave con ganas de sacarme los ojos y a toda una familia viendo por la ventana como tiran a un hombre inconsciente al patio. Así nada más.

Y tampoco había estado en la situación donde uno de tus suegros, después de presionar un botón, les diga a los hombres arrastrando al tal Vladimir afuera de la casa:

—Tírenlo de lado para que no se ahogue. —Y supongo que así fue como me gritó lo de las orquídeas. Pero ese no era el punto, sino que después Max se volvió a mí y dijo: —Para que mires que no somos malos.

—Qué bueno saber que se preocupan por los demás...

—Somos unos ángeles.

Creo que estaba siendo sarcástico.

O no.

Obviamente todo eso había pasado después de que Luisa les dijera que estaba embarazada, por supuesto; porque antes todos habían entrado en estado de shock, mucho más cuando les dijo que el padre de su hijo es un compañero de trabajo con quién no tiene ninguna relación y además agregó:

—Mírenle el lado bueno, al menos sí sé quién es el padre.

Max dijo que le iba a dar un infarto, Francois casi se atraganta con ensalada, Omer dijo que por experiencia era seguro que eso terminaba en boda y que huyera, Elena mencionó que no diría su comentario en público y Lucía dijo que nunca se mandaba al soldado sin casco cuando el compañero va a morir en la guerra.

Así tal cual.

Lo bueno de todo eso, es que yo dejé de ser el centro de atención por un rato.

Todos vieron de Luisa a Luna y después de preguntarle si ella sabía, les contestó que sí, luego se quedaron viendo entre ellos, miraron a Pepe y este, quién era el único concentrado en su comida sin meterse en la conversación, confesó:

—¿Qué? Yo no lo sabía ¿Ok? Digo, sabía lo de Fede; pero no...

—¿Fede? ¿Se llama Fede?

Luisa soltó un bufido y se sentó a continuar su cena. Estoy seguro de que en ese momento Fede estaba feliz en la sala de su casa, sin siquiera imaginarse que era el tema de conversación en una familia que tienen copas de oro en forma de patas de gallina.

De pronto Max exclamó:

—¡Por Dios! ¿Desde cuándo Luna es la más sensata de las dos?

Sí me reí, aunque lo disimulé por supuesto; tal vez fue por la expresión indignada de Lu o por el asentimiento de todos, pero entonces volví a la seriedad cuando me preguntaron:

—¿Tú también conoces al tal Fede?

—Ah... bue... —Me aclaré la garganta. —Sí, sí lo conozco.

—O sea, somos los únicos que no sabíamos nada. —Le habló Max a Francois mientras éste le contestó que sí y miró a Luisa. —¿Sabes? Al menos esperaba globos, una cajita con ropa de bebé como lo anuncian las personas normales y que al menos nos dijeras que sí hay un novio, no un tipo random que conociste en el trabajo y ni siquiera sabemos quién es. Eso todavía es peor que conocer gente en una app de citas.

—Pues... así como personas normales no somos. —Y Luisa se volvió a mí. Carajo. —A ver, Gabriel ¿a cuántas cenas has ido donde un loco ebrio te apunte en la frente? Ni siquiera cuando has representado a narcotraficantes ¿verdad?

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Where stories live. Discover now