Capítulo 23

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Luna

Esta mañana habían pasado tres cosas:

1. Me encontré a Pantuflas durmiendo sobre la cama del hombre araña.

2. Había pecado.

3. Sexychocokrispis salió de su escondite y comenzó a comentar mis fotos.

Pero... a ver, vayamos por partes:

Lo del gato no sucedió con Gabriel presente ―obvio― él estaba en el baño, tomando una ducha, cuando pasé frente a la puerta de su habitación que, por supuesto, estaba abierta y yo solo di un vistazo ―por curiosidad, aclaro― mal asunto o bueno si lo miramos desde este punto: Pantuflas estaba ahí, sobre las sábanas de Gabriel, panza arriba, durmiendo ¡Durmiendo! ¡En la cama del hombre araña! ¡Carajo! Que ni siquiera yo me he atrevido a tanto.

Entré en pánico, ingresé a hurtadillas para sacar al gato de ahí antes que Gabriel se asomara por la puerta. Tomé a Pantuflas y se pegó de las sábanas ―con todo y uña, eh― ¡No! Ahí si me recé todos los Ave María que le prometí a la abuela Margarita hace mucho tiempo.

―No, Pantuflas ¡Suéltate! ¡Ahora mismo!

Me googlearía incluso cómo despegar a un gato de unas sábanas, pero ni siquiera me hubiese dado tiempo de hacerlo ―y ni siquiera traía el celular conmigo― porque en ese momento escuché que cerró la ducha, así que busqué como zafarlo yo misma y me gruñó, después comenzó a zarandearse cuando lo tomé en mis manos para sacarlo del cuarto de Gabriel y tuve que dejarlo en el suelo solo para que volviera a subirse a la cama de nuevo ¡No! ¡No, no, no!

―Pantuflas, esta zona está prohibida ¿Entiendes? ―Volví a tomarlo en brazos y el gato se pegó tanto que levantó la sabana y tal vez algún hilo, pero nada que no se arreglara con una tijera... o eso espero. Logré sacar a Pantuflas, regresé corriendo a arreglar la cama porque tal vez algo se había recogido y cuando me estaba cerciorando que la hebra no fuera muy notoria sentí un mordisco en mi talón ¡Por todos los seres escarabajos que existen! ―Tú eres el que necesita rezar unos diez Ave Marías.

―¿Quién? ―Escuché a mis espaldas. No puede ser. Me giré hacia el hombre araña quién estaba entrando a la habitación en ese momento ―SU habitación― y el gato le pasó a un lado a toda velocidad provocando que casi se caiga cuando intentó esquivarlo. Se volvió a mí, entrecerrando los ojos y agregó: ―¿Qué estás buscando aquí, Lu? Mis calzones están en aquel cajón. ―Señaló un lugar en su armario. ―En caso de que quieras hacerme un amarre.

Me reí, pero de inmediato adopté un gesto serio y sensual sentándome sobre la cama de Gabriel, pero con la intención de tapar el lugar que pantuflas había deshilado. Me crucé de piernas y le dije:

―Yo no necesito hacerte un amarre, mi amor. ―Con la palma de mi mano sobé el hilo maltrecho para intentar acomodarlo al menos. El hombre araña sonrió, lo miré en su gesto y después se dio media vuelta quedando de espaldas a mí. No voy a negar que miré esa espalda de una forma que no debía, solo llevaba una toalla alrededor de la cintura ¡Madre mía! ―Oye, deberías cambiar las sábanas. ―Cambié de conversación. ―Te ayudo si quieres.

―¿Por qué? ―Inquirió, todavía sin verme. ―Mis sábanas están bien.

Estaban.

―Solo es que están un poco... sucias.

Gabriel en ese momento sí se giró hacia mí, examinó las sábanas y yo tapé con mis dedos la parte con el hilo deshecho. Arrugó su entrecejo y exclamó:

―Las cambié ayer, después de tomar una ducha. ―Entonces, con esa mirada picarona suya, agregó: ―¿Insinúas que necesito ayuda para bañarme?

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Where stories live. Discover now