Duodécima sesión con el doctor Cantú

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Mauricio entra cautelosamente a la habitación de Eva. Javiera, la enfermera en turno, acaba de informarle que está descansando y es probable que se encuentre dormida.

—Ya comenzaba a pensar que se había asustado con la última historia —dice Eva entre muecas, colocando una almohada debajo de su brazo derecho.

Él se alegra de encontrarla con suficientes energías para reclamar.

—Te dije que no estoy aquí para juzgarte —Mauricio acerca la silla y toma asiento.

—Eso dijo, pero llevaba dos días sin venir.

—Vine ambos días —Él se acomoda los lentes—, pero estabas sedada; por lo que me dijeron tus doctores, la última operación se complicó un poco.

—Un poco, pero nada de qué espantarse. Todavía falta mucho camino por recorrer —Ella señala su vendaje.

—¿Tienes miedo?

—¿A las operaciones? No, me están enmendando; así como usted. Lo que sí me asusta es la recuperación. El dolor, a veces, es insoportable.

—Puedo regresar mañana si lo prefieres —propone Mauricio.

—No —responde ella de inmediato—. Me alegra que esté aquí, platicar con usted me ayuda a distraerme y olvidarme un rato del dolor.

Mauricio sonríe sin decir nada.

—¿En qué nos habíamos quedado, doc?

—En que tu familia ya te apoyaba, pero Camilo no —responde él, fingiendo que tuvo que leer sus notas.

Sólo a ella | #PGP2024Where stories live. Discover now