Capítulo 23: Segunda opinión

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Los siguientes días intenté seguir el consejo de Sebastian y dejar de luchar contra mis propios instintos.

El problema fue que entonces deje de padecer la presencia de Hope en mis sueños y en mis pensamientos, y entonces comencé a disfrutarlos... mucho.

Ya para entonces ella era todo lo que veía, leía y escuchaba; ella era lo que comía, bebía y respiraba; ella era la razón por la que el sol nacía cada mañana, la razón por la cual la lluvia caía y por la cual las flores se abrían. Ella era la razón por la cual el viento soplaba, la razón de que las estrellas estamparan el firmamento y de que la luna menguara.

Hope era la razón de que una sonrisa estúpida estuviera permanentemente dibujada sobre mis labios.

Hope.

Su nombre me parecía la palabra más hermosa que podía pronunciar. Esa partícula de sonido tan pequeña, era música haciéndole el amor a mis labios.

Sus encantadores ojos coló miel eran mi perdición; su voz me estremecía, me hipnotizaba como el canto de una sirena.

Mientras más tiempo pasaba pensando en ella, más deseaba tener el valor de dejarme arrastrar por el remolino de sentimientos que vivía dentro de mí, entregarme a ellos y explorar lo que significaban, pero también comenzaba a temer a lo que me esperaría al regresar a casa.

Si Sebastián tenía razón, y a mí en verdad me gustaban las mujeres, eso significaba que una avalancha de problemas estaría esperándome en Mérida.

No, quizás después de todo yo no era gay y el problema era que solamente había estado platicando con Sebastian; a lo mejor lo que necesitaba era pedir una segunda opinión; a lo mejor el rechazo de un heterosexual me pondría los pensamientos en orden.

Una tarde encontré el modo de quedarme a solas con Alex para poder abordar el tema, pero mi determinación me abandonó en cuanto nos sentamos a comer.

—¿Qué tienes? —preguntó él con la boca llena, como era su costumbre. No se veía especialmente preocupado, solamente parecía intrigarle mi silencio.

—No estoy segura —Exhalé y pude sentir mi aliento temblar tanto como mis manos sudorosas.

—Estás temblando —Extendió la mano derecha y tomó la mía. La apretó con cuidado—. Lo que sea, saber que puedes confiar en yo.

—Creo —Me detuve. Mi corazón se estaba acelerando tanto, que mis latidos se escuchaban como si llevara una estampida de búfalos en el pecho—. Creo que... es posible que...

Alex dejó de comer. Su expresión pasó de ser simple intriga, a ser preocupación.

—Me estar asustando. Solamente decir qué pasa.

—Creo que me gustan las mujeres.

Alex no se movió. Creo que ni siquiera respiró.

—Creo que estoy enamorada de Hope —continué.

—¿Crees? ¿O la estás?

—Estoy muy confundida —Bajé la mirada, y al encontrar una mancha en una esquina de la mesa, comencé a rascarla.

El ruido que hizo Alex al succionar su soda, me obligó a levantar la mirada de nuevo. Le dio una suntuosa mordida a su hamburguesa y mientras masticaba escandalosamente pude notar que intentaba contener una sonrisa.

—¿Y qué si la estás?

—No creo estar lista para aceptar que soy... —Me forcé a decir la siguiente palabra, padeciendo cada sílaba, como si al aplicar a mí significase algo malo— lesbiana.

Sólo a ella | #PGP2024Where stories live. Discover now