Capítulo 25: La amazona candente y el río hirviente de Tártaro

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El segundo evento sucedió el fin de semana inmediato. Ese sábado, tanto Alex como Sebastián iban a estar ocupados, así que Hope me llevó a su bar favorito de la calle Church.

Eran apenas las cinco de la tarde cuando entramos a The Twist, un bar especialmente popular en verano, gracias a su extensa terraza localizada en el segundo piso, cuya vista permitía apreciar todo el esplendor de La villa, con sus coloridos adornos y sus incontables banderas del orgullo colgando de establecimientos y balcones.

Entramos y fue casi imposible dar dos pasos sin chocar contra alguna mujer. Desde que pusimos el primer pie dentro del bar, y mientras nos abríamos paso hacia las escaleras que conducían a la terraza, pude notar muchos pares de ojos sobre mí.

Hope iba por delante mientras yo intentaba seguirle el paso sin arrollar a ninguna chica en el proceso. En algún momento, mi amiga se adelantó tanto, que no pude escuchar lo que me decía. Al no obtener respuesta mía, volteó hacía atrás para descubrir que nos separaba un mar de cuerpos femeninos.

Hope se detuvo, regresó unos pasos y me tomó por la cintura para conducirme delante de ella.

—Ven acá.

La descarga de adrenalina resultante fue tan inmediata como lo fue la reacción de las mujeres que me habían estado mirando: todas ellas dejaron de hacerlo, como por arte de magia, y entonces entendí que Hope estaba enviando una señal sutil pero efectiva, que decía que yo estaba con ella.

Comenzamos a subir las escaleras, pero Hope se detuvo a medio camino para saludar a tres chicas. Después de un breve intercambio de trivialidades, seguimos subiendo.

A pesar del gentío que habíamos encontrado abajo, la terraza aún contaba con mesas vacías, así que no fue difícil encontrar en donde sentarnos. El sol estaba comenzando a bajar, una brisa ligera arrastraba consigo olores de los asadores de terrazas vecinas.

El clima todavía era cálido, pero en cuanto el sol se ocultase por completo, refrescaría lo suficiente como para que una yucateca friolenta como yo, necesitase cubrirse un poco, así que saqué de mi bolso la mascada que llevaba conmigo a todas partes y la dejé sobre el respaldo de mi silla.

Hope, al igual que los chicos, se burlaba constantemente de que yo cargase una mascada conmigo, sin importar a dónde fuera. Esa tarde, sin embargo, se limitó a sonreír en silencio.

El celular de Hope comenzó a sonar, ella miró la pantalla y exhaló escandalosamente.

—Ya se había tardado —dejó el celular sobre la mesa, ignorándolo.

—¿Quién? —La curiosidad se llevó lo mejor de mí.

—Mi ex. Sabía que me llamaría desde el momento que nos topamos con las arpías que estaban en las escaleras; son amigas suyas.

El celular seguía sonando. Conté seis timbrazos. Mientras tanto, al mirar el mío por inercia, me di cuenta de que no tenía señal. Suspiré, era el precio de haber escogido la empresa más barata.

Los timbrazos terminaron y comenzaron una vez más, casi de inmediato.

—¿Aló? —Hope se rindió finalmente—. Sí. Sí. Una amiga. Sí. Cuídate. Adiós —dejó el celular sobre la mesa nuevamente. Negó con la cabeza y levantó la mano, buscando la atención de la mesera—. Necesito una cerveza.

Yo la miré sin decir nada.

Hope estaba tan descompuesta, que resultaba lógico pensar que aún tenía sentimientos hacia su ex, y de ser así, yo no quería saber nada al respecto. Mientras yo buscaba mentalmente algún tema para distraerla, ella comenzó a contarme la historia que yo no deseaba escuchar.

Sólo a ella | #PGP2024Where stories live. Discover now