7. Pagar el precio

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Tal vez durmió una hora y de puro agotamiento

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Tal vez durmió una hora y de puro agotamiento.

Cuando Danielle subió a su cuarto pensó que correría a la ducha para quitarse esa sangre de encima. Pero lo que pasó fue que vio sobre su cama, tendido y lindo, el vestido que papá le regaló para su fiesta de cumpleaños. Se acercó despacio, y tocó los bordes. Recordó cuando él llegó con la caja del regalo, y una sonrisa resplandeciente, diciendo que el diseño era exclusivo para ella. "Yo sé que a los hombres no se les dan estas cosas, pero lo hice con cariño", le dijo con cierta timidez. Y lo amó, por supuesto.

No pudo evitarlo, cayó sobre su cama y apretó el vestido contra su pecho mientras lloraba. Estuvo así hasta que se cansó, y despertó apenas con los primeros rayos del sol bañando su rostro. Se puso de pie con prisa, y se fue directo al baño. Ya tenía la sangre seca en las manos y en el rostro. Sin siquiera pensarlo, se metió vestida a la ducha y empezó a restregarse la sangre de su padre. Lo hizo tan fuerte que acabó por lastimarse.

Cuando terminó, se quitó la ropa mojada y fue a buscar algo más cómodo para salir de cacería. O lo que se sea que se suponía iban a hacer.

Era una mañana nublada en El Sirada, de esas que no logras entender por qué en un país latino tan caluroso el resto del año, pasaban esas cosas en noviembre. Que los vientos de la sierra, que las corrientes de agua fría... En fin. Se puso algo de manga larga y los jeans más cómodos que tenía. Y justo cuando estuvo a punto de salir, los vio. Los guantes que le regaló Arabella. Sin pensárselo mucho, los tomó y se los puso en el camino.

Al salir, no encontró a nadie. No aún. Pero los jeeps y unas motos con guardaespaldas estaban esperando afuera, así que subió al que encontró más cerca. Quiso cerrar los ojos un momento, pero la puerta a su lado se abrió. Era Lanslet. Al menos su compañía no sería tan insoportable como la de su madre, o su tía. O cualquiera de los Montagny. Con razón su padre siempre ponía cara de aburrimiento cuando aparecían.

—¿Más tranquila? —Fue lo primero que preguntó.

—No me pidas eso todavía.

—Lo siento... —murmuró—. De verdad, lo siento. Tío Raimundo era genial, es una pena que se encontraran con esa cosa.

—Gracias —le dijo, pues en verdad fue el primero que le dio pésame.

"Esa cosa", repitió Dani en su mente. Lanslet dijo lo último con desprecio, y ella también empezaba a sentirlo. Solo pensar que tal vez tuvo algo con esa cosa asesina la asqueaba.

—Ahora queda tranquila, vamos a terminar con esto hoy mismo. Solo quédate detrás de mí, los demás se encargarán de cercar a esa criatura.

—¿Tengo que ir? Acaban de matar a mi padre, ¿en serio crees que quiero verle la cara a Aliz Drak?

—Tampoco es que tengas alternativa. No sé hace cuantos años que nuestras familias rompen la maldición la primera noche de sus dieciocho años, nadie sabe cuánto tiempo más durarás con vida. Y no creas que es fácil conseguir vampiros, no es como si estuvieran por todos lados. A veces tardamos semanas, y no puedes esperar tanto. Al menos ya sabemos donde está esa cosa, y además la acompaña un tipo que se encuentra débil, podrás matarlo sin problemas.

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now