🩸 Epílogo 🩸

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Un suspiro largo, que parecía escapar de ella como señal de alivio, fue lo único que se escuchó en la habitación

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Un suspiro largo, que parecía escapar de ella como señal de alivio, fue lo único que se escuchó en la habitación. Y si, fue un alivio, un desahogo después de esos días de tensión. Lo que le recordaba que no deberían estar haciendo eso en medio de la misión. Pero una cosa llevó a la otra, y no pudo resistirse. Nunca podía resistirse.

Aún sentía que le ardía todo el cuerpo, que todas sus zonas palpitaban, que en realidad toda ella quería más. Apenas se habían movido, y no sabía si quería hacerlo. Su rostro descansaba sobre la piel desnuda de la vampira, y cerró los ojos, disfrutando el contacto. Tampoco debieron quitarse la ropa, eso iba a dificultar las cosas si algo pasaba y tenían que salir de allí de inmediato. "Pues entonces será mejor que te vistas, no puedes descuidarte justo ahora", se dijo con decisión. Cosa que, por supuesto, duró muy poco.

Aliz no pensaba lo mismo. Con sus sexos aún juntos, rozándose, la vampira empezó a moverse despacio. Sabía muy bien lo que hacía, e iba por la segunda ronda. Danielle contuvo la respiración, solo sintiendo, y disfrutándolo. Así iba, lento pero segura, rozando su clítoris sin ninguna piedad, y acercándola más a ella. Cuando se dio cuenta, Aliz volvió a atrapar sus labios, y la joven correspondió con esa pasión que ya no podía contener. Ya no quiso separarse, ella misma se movió a su ritmo, buscando no solo estimularse, sino devolverle el placer a Aliz. Cuando la sintió gemir sobre sus labios, Danielle perdió la poca cordura que le quedaba.

Fue más rápido, Aliz también. Era casi una guerra en la que no había piedad, y en la que las dos querían ganar. Como si fuera una competencia de hacer que la otra se corriera primero. No era la primera vez que sus cuerpos se encontraban en ese campo de batalla, y Danielle a veces quería ganar. Pero no podía. Siempre era la primera en rendirse ante un orgasmo placentero, seguida poco después de Aliz. Y ya estaba hecho, otra vez cayeron en la imprudencia del amor que antes fue prohibido. O que seguía siéndolo.

No se suponía que pudieran hacer público lo que tenían. Se había enterado de que si bien Aliz se alejó de su clan, seguía siendo parte de ellos. Pero si eso se sabía, no solo podría acabar desheredada, sino que incluso serían capaces de ordenar su muerte por traición. Por su parte, Danielle tampoco podía ir tranquila por el mundo declarándose la cazadora líder, pero acostándose con el enemigo. Tenían que ser discretas, aunque todos en su círculo supieran lo que pasaba. E incluso otros estaban enterados, pero preferían hacerse de la vista gorda.

"Y Dios perdona el pecado, pero no el escándalo", les dijo José Alonso una vez, fingiendo que estaba en una telenovela y hablando como señora. Igual tenía razón, muchos podían mirar a un lado, pero no tolerarían que esa relación fuera pública. Si antes la infame relación entre un vampiro y una bruja ocasionó una gran guerra que acabó en el nacimiento de la reina escarlata, quien sabe lo que pasaría si todo el mundo sobrenatural se enteraba de la vampira y la cazadora. Tampoco quería averiguarlo.

La señal de que tenían que poner freno a sus impulsos llegó en una llamada. Danielle vio su celular vibrar sobre la mesa de noche y, muy a su pesar, se separó de Aliz. Cogió el teléfono, y le entró terror cuando vio que se trataba de Arabella. Su prima la iba a mandar a la mierda si se enteraba de que se descuidó justo en ese momento. 

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now