20. Tuya

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⚠️ Advertencia: El capítulo presenta contenido sexual apto para mayores de 18 años. ⚠️

Cuando despertó, aún estaba todo a oscuras

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Cuando despertó, aún estaba todo a oscuras. Ni siquiera sabía como fue que se quedó dormida, tal vez de puro agotamiento. Porque en su último instante de conciencia, se juró que iba a permanecer con los ojos abiertos toda la noche.

Danielle volvió a cerrar los ojos, la cama era tan suave, y además olía tan bien. A esa hora de la madrugada hacía algo de frío en la habitación, típico de las mañanas en El Sirada. Tenía las piernas desnudas, se había acostado solo en ropa interior abajo, y la blusa aún puesta, aunque sin sostén. Tampoco recordaba qué demonios pasó por su cabeza que pensó que sería una buena idea dormir así y acostarse al lado de Aliz...

Aliz.

Volvió a abrir los ojos, y se puso en alerta de inmediato. Sabía que estaba tras ella, lo sentía. Tal vez el cuerpo de Aliz siempre pareciera frío, pero su olor y su presencia eran fácil de distinguir. Se movió apenas un poco, lo suficiente para poder coger la sábana y cubrirse. Se estiró, pero antes de que pudiera tocarla, Aliz se movió. Ella misma se levantó y, con cuidado, la cubrió.

—¿Tienes frío, mi cielo? —susurró a su oído, y Dani contuvo la respiración.

Casi amanecía, y aún no la encontraban los Bautista. Eso podía suceder en cualquier momento, o no. Pensó que, si no fueron a ella en las primeras horas de su escape, tal vez quería decir que tardarían más. Y eso le permitía bajar la guardia un poco.

—A esta hora siempre hace frío —susurró ella. Danielle se giró, acomodándose de frente. Aliz se había incorporado apenas, apoyada en uno de sus brazos, y desde esa distancia la contemplaba con una sonrisa.

—Puedo darte calor si quieres. —No contestó a eso, era mejor así.

—Lo que quiero es descansar, no han sido días tranquilos.

—Me imagino, ayer caíste apenas cerraste los ojos. Te veías tan bella durmiendo... 

Una vez más optó por no responder a los avances de Aliz, cosa que cada vez se hacía más difícil. En especial, porque con la otra mano libre, la vampiresa empezó a acariciar sus brazos de forma muy lenta y suave. Era casi imperceptible, con una delicadeza sin igual. Danielle se estremeció, eso empezaba a causarle cosquillas.

—¿Tú también duermes?

—A veces sí, últimamente opto por no hacerlo. Hay que estar en alerta considerando nuestra delicada situación, ¿no crees?

—¿Y has estado despierta toda la noche solo mirándome?

—Claro que no, hay otras cosas en las que pensar. En especial cuando estás a mi lado, tan quieta y bella.

—Si te pregunto algo, ¿me das tu palabra de que responderás con la verdad?

—Está bien, lo juro.

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now