21. Tenemos visita

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Poco a poco empezó a respirar lento, Aliz hasta creyó que la chica iba a dormirse

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Poco a poco empezó a respirar lento, Aliz hasta creyó que la chica iba a dormirse. ¿Y podría? Después de lo que hicieron, de esa unión tan sublime...

Suspiró, y entrecerró los ojos. La vampiresa sabía que tenía una sonrisa de boba, no podía evitarlo. También lo disfrutó, y mucho. Para ella, sentir y ver a Danielle correrse era todo un placer. Toda ella se estaba transformando en un vicio del que no tendría recuperación posible. Y de pronto, cuando pensó que solo quedaría la calma por largo rato, la joven se incorporó a medias y la miró.

—¿Qué pasa? —preguntó Aliz, notándola sorprendida de pronto.

—Estás caliente...

—¿Apenas te das cuenta? —le sonrió. Por alguna razón, que las mejillas de la chica se ruborizaran a ese punto, después de como la había tocado, le provocaba una extraña ternura.

—No me refería eso... o sí...

—¿Podrías ser más específica?

—Tú. Tu cuerpo, está tibio. Tus mejillas se ven rojas, y tu corazón late más rápido. No lo había sentido antes...

—Ah, así que te diste cuenta.

—¿De qué?

—De lo que me provocas, mi ángel.

—¿Yo...?

Aliz se incorporó también. Acomodó una hebra de su cabello detrás de una oreja, y pasó lento sus dedos desde la mejilla hasta ese punto en el cuello. Allí donde puso su marca. Danielle la miraba a la expectativa, ni siquiera parpadeaba. Notó que, de forma quizá involuntaria, se lamió los labios. Como deseó ser ella la que lo hiciera.

—Es una particularidad de los Drak, ya que nuestro poder se relaciona mucho con la sangre —empezó a explicar. No sería muy específica, aún había cosas que no le podía revelar a una cazadora. Al menos no hasta estar segura de que de verdad Danielle estaba dispuesta a rendirse a ella—. Cuando marcamos a alguien, y formamos un vínculo de sangre, sola esa persona puede hacernos sentir así.

—¿Cómo?

—Vivas... de cierta forma —respondió, sorprendiéndola—. Si fueras vampira, lo sentirías también. La sangre de tu pareja te revitaliza, no es como alimentarse de sangre común. Te renueva, te calma. Si fueras como yo, ganaría alguna de tus habilidades, y tú algo de mi fuerza, hasta casi ser iguales. Pero, como eres humana, yo bebo eso de ti: Me regalas tu vitalidad, tu frescura, tu vida —cuando notó el gesto horrorizado de Danielle, negó con la cabeza—. No te quito nada, no es que tu vida disminuya, solo puedo sentirla.

—¿Mi humanidad?

—Algo así... —ladeó la cabeza. Supuso que esa era la mejor forma de definirlo. 

Con los años, las vampiras como ella estaban en un estado que parecía ser eterno: Frío, parco, hasta algo pasivo. Las grandes pasiones y la sed de sangre eran cosas que poco a poco dejaban atrás, darse un festín de muerte era un gusto que ya no se daba a menudo. Pero beber de Danielle la llenaba de una emoción que no experimentaba hacía mucho. Sí, se sentía viva, fuerte, joven. Y todo eso con una simple mordida.

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now