28. Lo que perdimos

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Una bala bastaba para causarle suficiente molestia, no para paralizarla, pero esa maldita cosa lograba que el veneno se extendieran por todo su cuerpo, causándole un dolor punzante de rato en rato

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Una bala bastaba para causarle suficiente molestia, no para paralizarla, pero esa maldita cosa lograba que el veneno se extendieran por todo su cuerpo, causándole un dolor punzante de rato en rato. Podía intentar arrancársela, pero sabía que iba a ser en vano. Le dispararían otra vez, y las que sea necesarias para que no causara problemas. A esas alturas no tenía intención de atacarlos. No porque no quisiera, sino porque iban a llevarla con José Alonso.

Ya perdió a Diego, y no iba a permitir que el otro corriera el mismo destino. Sin duda, se dijo Aliz, el perro miserable de Jack iba a por él porque. Así como quería lastimar a los Bautista, también quería joderla a ella. Y no, ella no permitiría que eso pasara. Si Jack creyó que estaba de vuelta en Whitechapel donde podía asustar a quien quiera con sus trucos baratos, estaba muy equivocado. Ella se declaró la reina de vampiros de la ciudad, y se lo iba a demostrar.

Solo que para eso tenía que comportarse al menos un par de horas. Le pusieron las esposas que reducían su fuerza otra vez, supuso que eso serviría durante el camino a donde tenían a donde sea que tuvieran a Alonso. Luego ella haría las cosas a su manera, no tenía intención de formar ningún condenado equipo con esos cazadores.

Entraron los cuatro en un auto. Almeric conducía, Arabella estaba a su lado, apuntándola con un arma que estaba segura dispararía solo por placer. Y claro, Danielle estaba en el asiento del copiloto. Aunque Aliz intentó prestarle atención al dolor de la herida de bala para no escuchar nada más, fue inevitable pasar de nuevo por la tortura de que Danielle repitiera la historia ante sus primos, quienes necesitaban más detalles.

Esta vez, la chica extendió su narración para no dejar ningún cabo suelto que los cazadores tuvieran que resolver. Les habló desde que llegó a casa de Milla, los ruidos, el ataque, la muerte de los De Castro, y el ataque de Diego. Dijo cosas que tal vez no se atrevió a contarle en su momento, como las palabras de Diego, y lo que le contó que hizo Jack con él. Sobre los planes del vampiro Edevane, y como de seguro sacó de él toda la información que pudo antes de lanzarlo a morir. Porque de pronto lo tenía claro, la que tuvo que sufrir con todo eso fue Aliz, y vaya que el bastardo lo logró.

—Sí que estás jodida, niña —le dijo Arabella justo cuando Danielle terminó de hablar. Desde esa distancia, Aliz pudo ver que se secaba las lágrimas otra vez, y en completo silencio—. Eso que hizo es muy del estilo Edevane. Esos vampiros no son de los que matan y ya, a ellos les gusta lastimar a sus presas antes. Si Diego le contó que la princesa Drak te marcó, de seguro quiso hacerlo más terrible.

—Ajá —apoyó Almeric—. Ya iba a ser terrible para ella que matara a Diego, pudo hacerlo él mismo. Solo que sería muy simple, en su retorcida mente no es así. Que haya provocado que lo mates tú es un golpe de gracia.

—Si, me di cuenta.

Y Aliz también. Que Jack hizo todo eso para que odiara a Danielle, para que quizá terminara matando a su pareja y sufriera aún más. Solo que saber eso no lograba que le quitara toda la culpa de la muerte de su pupilo a Danielle.

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now