34. Sombras

3.8K 367 214
                                    

Caminaba intranquila de un lado a otro, en ese reducido espacio que era su prisión

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Caminaba intranquila de un lado a otro, en ese reducido espacio que era su prisión. Arabella y Almeric ya se habían rendido, la barrera mágica estaba puesta y no podían hacer nada para escapar. Ella, en cambio, no lograba quedarse quieta. No solo porque el cielo parecía más claro, y eso quería decir que José Alonso ya no estaba a salvo de la luz, si no porque Danielle aún corría peligro. Lo sabía, y no solo por el vínculo.

Era obvio que, tal como estaban las cosas, intentarían rescatarlos. O al menos a los cazadores, ella solo tendría que aprovechar la oportunidad. Hacía buen rato que el brujo, que ahora sabía se llamaba Arthur, los dejó a solas para que reflexionaran. ¿Pensar en qué? Era simple y estúpido, pues Aliz entendía que esas cosas no se conseguían por la fuerza, tendrían que estar convencidos al respecto. Solo así funcionaría, solo así ganaría lo que fue a conseguir a El Sirada. Aliz no tenía nada que pensar. En cambio, los cazadores...

Bueno, a ellos se les ofreció mucho. Romper una maldición de siglos sí que sonaba prometedor. Entendería que ese silencio significaba que lo estaban pensando en serio.

En medio del silencio, los pasos disimulados de alguien acercándose con discreción la pusieron en alerta. Arabella y Almeric también la escucharon, así que se pusieron de pie. La gran puerta, al parecer envuelta en cadenas desde afuera, se abrió después de un leve forcejeo, y poco después una persona envuelta en una capa negra y gruesa entró al almacén. Pronto mostró su rostro, aunque a esas alturas Aliz ya sabía que se trataba de una vampira. 

Esta caminó hacia ellas. Llevaba en su cuello un crucifijo de Edevane, pero parecía inofensiva, y no entendió por qué el maniático de Arthur la enviaría allí. "A menos que..."

—Hola —la saludó ella de inmediato—. ¿A qué se debe el honor? —La vampira la miró directo, como si la estuviera midiendo. No parecía tonta, no fue a provocarla porque sabía que, si se liberaba, le arrancaría en corazón en menos de un segundo.

—Te ves bien, considerando lo que pasó —dijo la joven vampira.

—Oh... Así que estuviste allí.

—Si, lo vi todo. Quedé muy sorprendida, no esperé que pudieran hacerte daño. No a una hija de ancestrales.

—Bueno, me atacaron en un momento vulnerable, mientras usaba mi poder prohibido. Eso no habría pasado en circunstancias normales, ¿sabes?

—Oye, estamos aquí —interrumpió Arabella—. ¿Quién eres y a qué has venido? Habla.

—La vi, ella estaba cargando a Jack inconsciente —añadió Almeric—. Es una Edevane, está con ellos. ¿Te mandaron para enviar un mensaje? Habla ya.

—Nadie me envió aquí. —"Lo sabía", se dijo Aliz con una media sonrisa. Quizá no era una esperanza, pero al menos alguien que podría darles una ventaja si conseguía hacerla flaquear—. Me llamo Jerika.

—Aliz Drak, un placer —dijo ella, manteniendo su sonrisa.

—Lo sé. Y ellos son Arabella Bautista y Almeric Montagny. Arthur ordenó que los trajeran aquí.

Frontera de cazaWhere stories live. Discover now