19. Verdades sobre la mesa

4.7K 482 275
                                    

Todo pareció rápido a partir de ese momento

اوووه! هذه الصورة لا تتبع إرشادات المحتوى الخاصة بنا. لمتابعة النشر، يرجى إزالتها أو تحميل صورة أخرى.

Todo pareció rápido a partir de ese momento. Danielle sabía que no podían quedarse allí, que pronto la encontrarían. Y Aliz también lo tenía claro. Por eso, la tomó de la mano y se la llevó. No le dio tiempo de pensar en su caja, otra vez perdida, y ahora en un bar de casi mala muerte en el centro. Al menos tenía sus anillos y la daga, ¿eso era un consuelo?

Corrían rápido, el mundo se movía alrededor de ella a gran velocidad. Ni siquiera sabía que podía correr así hasta que Aliz la puso a prueba. Seguían en el centro, pero ya lejos de donde empezaron. Allí estaba la moto de la vampiresa, y se montó sin dudarlo. Ya no había marcha atrás, ya estaba hecho. Tarde o temprano los Bautista las encontrarían, y ella tenía que lograr que Aliz bajara la guardia, solo así podrían vencerla. Y solo así papá descansaría en paz.

Pero era difícil pensar en eso cuando toda ella parecía regocijarse por estar de vuelta a su lado. Se aferró a ella por la cintura mientras Aliz conducía con rapidez, apretó los ojos y pegó su rostro a su chaqueta de cuero que olía a ella. Los cabellos de la vampiresa le rozaban la frente y las mejillas, Danielle cerraba los ojos y rememoraba otra vez el beso del reencuentro. No podía dejar de pensarlo, de anhelarlo, de desear que se repitiera una y otra vez...

"Concéntrate, maldita sea. Sabes que la deseas, pero tienes que hacer que la maten. O tienes que hacerlo tú misma. Vamos, Dani, acabemos con esto", se decía, mientras que una pequeña voz en su interior le gritaba que era en vano. Pudo clavarle la daga mientras la besaba, cogerla desprevenida. Incluso podía hacerlo en ese momento, en algún semáforo en rojo o mientras conducía. Tal vez caerían las dos juntas, pero al menos cumpliría su misión. Pero no. Nunca pudo aprovechar todo el recorrido a quien sabe dónde. Y ya era tarde, tendría que encontrar otra ocasión. Si es que podía.

Llegaron a un edificio de apartamentos, y este era muy distinto a la pocilga de los barrios altos. Al parecer, a Aliz ya no le quedaban ganas de ser discreta. Llegaron a San Isidoro, una de las zonas más bellas y residenciales de El Sirada. El único lugar que incluso tenía un bosque protegido, rodeado de grandes edificios, restaurantes de lujo, y hombres de negocios. Y allí, en uno de los edificios más altos y ostentosos, estaba la nueva guarida de Aliz.

La vampiresa no la soltaba, como si temiera que se le escapara otra vez. Cuando entraron al ascensor, la cogió de la nuca y volvió a besarla. Estuvieron todo el rato así, besándose sin parar, hasta que Danielle pudo ver de reojo que el ascensor se detenía en el piso veinte. Una vez más la tomó de la mano, y la arrastró hacia el apartamento. A Danielle apenas le dio tiempo de mirar alrededor y acostumbrarse a la visión del que sería su hogar por lo que podía ser horas, o días. Y si, no pudo decir nada más, pues sus reflexiones se vieron interrumpidas.

—¡Angelito! —gritó José Alonso, quien tenía una copa –con lo que suponía era sangre fresca– en las manos. Al verla, se puso de pie de inmediato—. ¿Está secuestrada otra vez?

—No, vino a mí —respondió Aliz. La chica contuvo la respiración cuando la sintió acercarse por detrás, y pegarse a ella. La envolvió con sus brazos por la cintura, y dejó un beso en su cuello. Todo su cuerpo se estremeció ante ese contacto, como si se le erizara la piel.

Frontera de cazaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن