8. Frente a frente

4.5K 500 146
                                    

Tuvo apenas unos segundos para intentar asimilar lo que estaba pasando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tuvo apenas unos segundos para intentar asimilar lo que estaba pasando. Aún de espaldas a ella, con el corazón agitado y ríos de tristeza en su rostro. ¿Por qué le hicieron eso? ¿La llevaron sabiendo que eso podía pasar? ¿Almeric lo sabía? ¿Lanslet? ¿Por qué? ¿Iban a matarla? ¿Eso era?

"Se acabó, perdí. Voy a morir, voy a morir...", se decía aterrorizada, y solo le quedó rogar que no fuera tan doloroso, que acabaría rápido.

—Así que ahora eres toda mía —la escuchó decir. Y tal vez fue esa condenada y seductora voz la que la sacó de ese abismo de desesperación. La que la empujó a dar la cara e intentar vivir.

Danielle se giró rápido, no se esforzó por secarse las lágrimas. Vio a Diego en un rincón, y a Aliz observándola fijo, con una sonrisa burlona en los labios. Esa mirada vivaz, esa seguridad. Cuánta rabia le dio.

Todo ese tiempo tuvo la daga, y sin siquiera pensárselo, se lanzó hacia ella. Si de todas maneras iba a morir, al menos que fuera luchando y siendo una molestia. Cosa que, por supuesto, no resultó como esperaba. Aliz sostuvo su mano sin esfuerzo, cogiéndola por la muñeca.

—¿Quieres calmarte? Tenemos que...

Ella también reaccionó rápido. Hizo que se callara, dándole un escupitajo en la cara. La criatura se quedó inmóvil, incluso le pareció que su mirada destellaba furia.

—¡Suéltame, maldita! ¡Suéltame! —se retorció. Y, como respuesta, Aliz apretó más fuerte, causándole tanto dolor que por un instante no pudo decir nada.

—Insolente, ¿acaso piensas que puedes atacarme? Ni tu madre te quiere, a mí ni siquiera me sirves. No me hagas perder la paciencia.

—¡Pues no me interesa! No te debo nada, así que si me vas a matar hazlo de una vez, que no quiero escucharte. Te odio, te odio tanto...

—Muchacha, por favor... —se burló ella—. Mírate, no puedes ni sostener la daga, ¿crees que me importa tu odio?

—¡Ya sé que no te importa nada! Eres un monstruo, me das asco.

Aliz ya no parecía la misma persona segura y triunfante. La sonrisa desapareció de su rostro, y esta vez parecía dispuesta a destrozarla.

—He sido muy piadosa contigo y tu familia, niña. No me hagas arrepentirme.

—¿Por qué? ¿Por qué a ellos los dejaste ir? —le reclamó. Aliz sostuvo su rostro con la otra mano, apretando sus mejillas.

—¿Qué cosa?

—¡Por qué a ellos si los dejaste vivir, y a mi papá no! ¡A él sí lo mataste! ¡Me quitaste a la única persona que me amaba! ¿Por qué tenías que ser tan mala? ¡Si te estorbo, entonces mátame de una vez! ¡Me voy a morir odiándote, perra asquerosa!

Tal vez fue eso lo que acabó con la poca piedad que le quedaba a Aliz. Le apretó las mejillas, clavándole las uñas en la piel. Danielle acabó soltando la daga, inmovilizada por el dolor. Aliz acercó su rostro al de ella, y entonces pudo ver sus ojos violeta, sus colmillos.

Frontera de cazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora