Capítulo XLVI

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—Cielo santo, está lloviendo una barbaridad —dijo mi madre en el momento en que escuchamos cómo las gotas chocaban contra el cristal de la ventana con rudeza. Era una tormenta en toda regla—. Dion, te quedarás esta noche a dormir.

   Cuando mi padre fulminó a mi madre, tuve que reprimir la risa. Era gracioso comparar las diferentes actitudes de mis padres. Mientras mi madre bebía los vientos por Dion, mi padre solo quería echarle de casa de una patada. No porque lo odiara –tal vez un poquito sí–, sino por el daño que me había causado semanas atrás.

   —Puedo coger un taxi —dijo Dion. El problema era que cuando a mi madre se le pasaba una cosa por la cabeza, era prácticamente imposible quitársela—. De verdad.
   —No era una pregunta —le explicó mi hermano.
   —No tengo pijama ni nada. En serio, no es necesario. Solo es un poco de agua —insistió justo en el momento en que un rayo iluminó toda la oscuridad del exterior. Sentí a Mutante temblar entre mis pies.

   Lo acaricié por debajo de la mesa, con cautela para que mamá no se percatara y no me hiciera ir a lavarme las manos. Era muy estricta con la limpieza.

   —Seguro que Simon guarda alguno de su primo.

   Me miró con exigencia, expectante de que lo corroborara o hiciera algún comentario al respecto. Estaba deseosa de que Dion y yo entabláramos más amistad. En cierto modo, me recordaba a Waldo.
   Asentí sin hablar, tan solo moviendo la cabeza. Después, me eché ensalada en el plato y mastiqué la comida en silencio. Sentí la mirada de Dion taladrándome, pero traté de ignorarla a toda costa. Si mi madre decía que se quedaría a dormir, no había modo alguno de hacerle cambiar de idea. Que Dion me fulminara con la mirada no iba a conseguir disuadirla.

   —Te prepararé un colchón en la habitación de Simon —dijo mi madre. Casi escupí la ensalada al escuchar aquello.
   —Mamá, tenemos un cuarto de invitados para algo —me quejé, con la boca llena. Craso error: hablar con comida en la boca era algo que mi madre no toleraba. Mucho menos cuando había visitantes.

   La escuché gruñir. En serio. Como un rinoceronte encolerizado.
   Tragué muy fuerte y sentí la necesidad de salir huyendo –cómo no, mi gran pasión– de la cocina. Sin embargo, y por fortuna, la presencia de Dion en la estancia hizo que mi madre no tuviera por dónde atacar. Debía mostrar su lado amable y no dejarse llevar por los instintos psicópatas que la hacían enloquecer de cuando en cuando.
   Al menos no moriría esa noche.

   —No te preocupes. Dion dormirá en mi cama y yo me prepararé el colchón.
   Mi madre asintió, complacida con mi decisión. Mi amigo, por su parte, no dijo nada al respecto, quizá para no echar más leña al fuego. Había asimilado que lo que mi madre decía iba a misa.

   Estuvimos comiendo en silencio unos minutos que resultaron un tanto incómodos. El ambiente estaba un poco tenso y cargado.

   —Esto está muy rico, Simon —habló de pronto Dion para apaciguar la tormenta, no del exterior, sino la que parecía aflorar en el interior del hogar.

   Mi padre sonrió con orgullo. Por fin dejó de lado esa faceta airada y seria, de padre controlador y protector que solo quiere salvaguardar la integridad de su hijo. 

   —Son solo filetes y ensalada —le resté importancia—. Es muy sencillo de cocinar.
   —Deberías probar la tarta de zanahoria que hace. Es su especialidad —comentó Tylou.

   Apreté los labios con fuerza y traté, de verdad, con todas mis fuerzas de no reír. Pero se me escapó una carcajada y ya no pude parar. Dion me lanzó una mirada cargada de diversión y el resto de la mesa me observó con confusión, como si me hubiera vuelto demente en cuestión de segundos. Los pobres no entendieron absolutamente nada de mi ataque de risa.
   Pero es que “la zanahoria” era un tema muy delicado de tratar después de haber visto cómo Dion había rebanado –trepanado– la mitad de la zanahoria con trozos desiguales, fingiendo que sí sabía cocinar cuando era evidente que no tenía ni santísima idea. Con suerte no se había cortado un dedo. O la mano entera. 

Simon diceWhere stories live. Discover now