Capítulo VI

618 90 57
                                    

Habían pasado un par de días desde aquella bochornosa situación. Era por la tarde y, por tanto, me encontraba en casa junto a mi hermano. Él había pasado un par de horas leyendo cómics en su cuarto, mientras que yo, siempre más responsable, había estado estudiando desde la hora de la comida. Bueno, con la televisión encendida y mi serie favorita reproduciéndose, pero no todo puede ser perfecto en esta vida.
   En tres días tenía mi primer examen del curso y, evidentemente, no podía ser otro que matemáticas. Odiaba esa asignatura. Aunque era un odio mutuo, por supuesto. Y, encima, el hecho de que la profesora fuera tan sumamente estricta, no ayudaba en absoluto. Estricta, amargada e hiperactiva. Justo lo que necesitaba.
    El tema que estábamos estudiando no era demasiado difícil, pero mi cerebro siempre iba un paso por detrás que los del resto. Eso y que no prestaba mucha atención en clase, porque observar cómo el viento movía las ramas de los árboles era más interesante que escuchar las explicaciones de la profesora. Logaritmos por aquí, ecuaciones por allá… Demasiado que procesar y poco espacio para almacenar. Bastante tenía con Historia y Filosofía, pese a que en esta última me estaba yendo bastante bien por el momento.
   La pantalla de mi móvil se encendió de pronto, notificándome de un mensaje de WhatsApp nuevo. Kéven había enviado un problema de matemáticas por el grupo que tenía conmigo y con Neri –“La Salsa Rosa”– para que le ayudáramos a resolverlo, pero yo no iba a poder echarle una mano dado que me encontraba en la misma situación que él. Le envié una disculpa con emoticonos riendo y volví a dejar el teléfono sobre la mesa del salón.
   Pocos minutos después, Ten apareció en la estancia y se tiró bocarriba sobre el sofá. Agarró un cojín, lo abrazó con fuerza mientras suspiraba profundamente y echó la cabeza hacia atrás para tenerme en su campo de visión. Nos miramos fijamente, yo con las cejas arqueadas y él con una expresión de niño inofensivo que, obviamente, dejaba entrever sus intenciones, para nada inocentes.

   —Estoy estudiando —le advertí.
   —Ninguno de los dos se cree esa mentira —contestó como si de un sabio se tratara, para después suplicarme con la mirada.
   —Tengo que estudiar —repetí, esta vez con un tono de voz más serio.
   —No parece que te estés concentrando mucho, ¿sabes’. Yo no oigo los engranajes de tu cabeza funcionando, solo escucho a Meredith Grey insultando a Derek Shepherd con Cristina Yang —dijo, lanzando el cojín al aire y atrapándolo en cuestión de segundos. Ante mi mirada fulminante, se encogió de hombros y dijo—: Es solo un apunte rápido en voz alta.

   Resoplé con fuerza y me puse en pie. No con gran pesar, pero tenía que fingir que me importaba perder tiempo de estudio. Aunque no fuera ese el caso.
   Encendí la consola, cogí un par de mandos y me senté junto a Ten, quien se había incorporado en su lugar. Después, apoyó sus pies sobre mi regazo y se acomodó lo mejor que pudo en el sofá. Lo miré con el ceño fruncido, pero, o no se dio cuenta, o fingió no hacerlo.
   La segunda era la opción más viable. Eso estaba más que claro.

   —Bueno… —comenzó a hablar en un tono ciertamente malicioso. Sabía por dónde iban a ir los tiros—, ¿qué tal con Dion Martínez? No me cuentas nada de él desde hace unos cuantos días. ¿Ha habido más interacción? Seguro que sí.

   Puse los ojos en blanco de manera inconsciente.

   —¿Por qué quieres saber todo? —le cuestioné a la par que configuraba los controles de los mandos—. Sí. Hablamos hace un par de días. Intenté seguir tu consejo, pero todo se descontroló un poco.
   —¿Cuánto es un poco en la “Escala Simon”?

   Lo sopesé mentalmente mientras elegía mis armas. Desgraciadamente, mi hermano me conocía muy bien. Casi mejor que yo mismo. Y parecía evidente que “un poco”, en mi escala, era “un mucho”. 

   —Trece sobre veinte —dije. Me corregí a los segundos de decirlo—: Es mentira. Un dieciocho. Es un maldito dieciocho.

   Ten se sobresaltó y me observó con los ojos abiertos de par en par.

Simon diceWhere stories live. Discover now