Capítulo IX

554 79 49
                                    

Estábamos a jueves por la tarde. Kéven, Neri y yo habíamos salido a tomar un refresco por la ciudad para despejarnos un poco de los quehaceres escolares, ya que aquel día habíamos tenido dos exámenes bastante exhaustivos: Historia y Lengua Castellana. El segundo no había sido tan difícil, pero el primero me había resultado algo pesado.
Kéven y Neri habían ido a coger sitio en una mesa junto a la ventana mientras yo me acercaba a la barra para pedir lo que íbamos a tomar: un café para la morena, un batido de plátano y fresa para Kéven y un té con limón para mí. Era un obseso de aquella bebida, aunque solo si tenía esa pizca de sabor a limón. Mi abuela materna siempre había dicho que un buen té puede tranquilizarte cuando te sientes al borde de la exasperación y que tiene el poder de proporcionarte una perspectiva diferente de las cosas que nos rodean.
También me gustaba el café, sobre todo si se le añadía espuma que acababa por impregnar mis labios, pero el té me sabía mejor cuando necesitaba descargar tensiones. Y esos exámenes habían resultado ser agotadores.
Apoyé los codos sobre la barra mientras el camarero preparaba mi pedido y analicé con calma el decorado de la cafetería. Era un local pequeño, aunque me proporcionaba una sensación cálida y familiar que resultaba acogedora. Había maceteros colgados en el techo con plantas y flores radiantes, aunque sencillas; carteles y posters de carácter minimalista que adornaban las paredes; mesas pequeñas con forma redonda y cajones de madera a modo de sillas, y escaleras de madera como estanterías repletas de libros. Las lámparas de techo estaban hechas con mimbre trenzado y las de pie con material reciclado. Se veía que el diseño de la cafetería estaba hecho a conciencia, pensado para ser un refugio en el que esconderte, y era más que evidente que el medioambiente era importante para los dueños: todo parecía de segunda mano o de materiales reutilizados.

—¿Has dicho té con limón? —me preguntó el camarero que me había atendido. Me percaté de que el café y el batido ya estaban sobre la barra. Asentí—. Vale. Ahora mismo te lo preparo.

Era un chico joven, aparentemente unos años mayor que yo. Por lo que había podido apreciar, tenía una sonrisa bonita, amplia, de esas que te cortan la respiración y hacen que se detenga el tiempo por unos segundos. Sus ojos eran de un verde claro y brillante, y su cabello, pelirrojo, se asemejaba a la llama de una cerilla. Era guapo, no podía negarlo. Y, por su manera de hablar, se notaba que era amable y educado.
No podía decir lo mismo de cierta persona, pero tampoco podía decir que el chico que tenía frente a mí me transmitiera las emociones que cierto malhumorado sí provocaba.

—Aquí tienes.

Tuve que llevar las bebidas en dos tandas, pues corría el riesgo de romper algún vaso si jugaba a ser camarero, aunque no supuso molestia alguna. Una vez en mi asiento, pregunté a mis amigos por la conversación que estaban manteniendo antes de que yo llegara junto a ellos.
Kéven sonrió con malicia y Neri bufó en respuesta.

—Estoy buscándole pareja —habló el chico—. Y también nos hemos fijado en el joven que te ha atendido... ¿Le has pedido el número?

Abrí los ojos de par en par, sorprendido por su pregunta. Después, fruncí el ceño.

—Oye, ¿qué clase de persona te crees que soy?
—De la clase que se sube a un autobús y besa a un desconocido en los labios —se limitó a decir, sin siquiera pensar demasiado la contestación. La realidad de sus palabras me hizo enmudecer—. Bueno, bueno. No pasa nada. No te considero mala gente pese a ello.

Neri puso los ojos en blanco mientras abría el sobre del azúcar y echaba la mitad en el café. Le dio unas cuantas vueltas antes de llevarse la taza a la boca y sentir el calor de la bebida quemando su lengua. Maldijo por lo bajo.

—Es tu culpa, ¿sabes? —le reprochó a Kéven—. Me pones de los nervios.
—¿Te pongo? —se burló su amigo.
—No te pego un puñetazo en el ojo porque no quiero tener que responder a preguntas innecesarias.

Simon diceWhere stories live. Discover now