¿Oiga, el cerrajero?

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Se me olvidó completamente dejar el mapa del tesoro. Bueno, no del todo.
Me mirabas desde fuera del coche, con ojos acusadores pero dudando si ibas a guardar o no mi secreto.
Al principio, el día era un sábado cualquiera. Yo te acababa de conocer y te llamabas Macarena por lo que me pasé toda la mañana haciéndote reír bailando cada vez que tu nombre volaba entre los pinos. Hasta que llegó la tarde. Cuando el sol descendió, nos acabábamos de inventar un juego sobre piratas vengadores, llaves y tesoros ocultos. Quizás no tan nuevo, pero sí lo era para nosotras, bucaneras principiantes que registraron el jardín entero. Fuimos como cuervos en busca de algo brillante y mi mano fue la primera que encontró algo que relucía.
Acogiste mi recién descubierta llave con regocijo. Pronto buscamos un papel y empezamos a trazar líneas, migas de pan que llevarían al lugar donde dejaríamos enterrada nuestra fuente de orgullo.
Pero mis padres me llamaron, yo respondí y salí corriendo. Cinco minutos después estaba dentro del coche con el mapa del tesoro en la mano derecha y la llave en la izquierda. Sé que la podría habrá tirado al suelo o dártela, antes de quedármela para mí sola. Porque tuve tiempo de sobra. Pero en el fondo quería ser egoísta y no dejarla abandonada en un oscuro agujero. Lo que nunca te conté fue que nuestro gran descubrimiento no estaba en el suelo sin dueño, sino en la puerta del garaje de tu vecino. Aunque puede que ya te lo hayan dicho. Lo siento, en ese momento no me dí cuenta de que no estaba bien visto y que se consideraba robar en todos lados excepto en mi mente de niña de 7 años. Igualmente me sentía rara y aunque no estaba precisamente orgullosa, no quería enfrentarme a lo que se le hacía a los traidores. Pasarlos por la plancha.
Ahora miro por la ventana, donde tiré la llave en un acceso de arrepentimiento hace once años. Mi ventana da a una teraza superior en la que se quedan muchas cosas atrapadas. Se pueden ver pinzas abandonadas, viejos aviones de papel y basura despreciada. Pero mis ojos buscan la forma del brillante objeto. Mi corazón anda tras una infancia que cada vez se encuentra más lejos.

CUADERNO DE BITÁCORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora