Llamas que me apagan

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¿Sabes la mayor de las ironías? Que incluso cuando eres tú quién me haces llorar, aún susurro a gritos un "mamá" desesperado.
Mamá.
¿Porqué me hablas así? Me duele llamarte así cuando he oído más veces la frase de "Me gustaría que fueras más como las otras" que halagos.
Lo siento mucho. Siento no ser la hija perfecta. Siento el hecho de que creas que debo hacerlo y el hecho de que creas necesario repetírmelo. Se me ha quedado tanto en la memoria que no sé hablarte. Tampoco quiero.
Cada palabra que intercambiamos acaba contigo renegando o mirándome fijamente la cara. Demasiados granos, muchas ojeras, corte de pelo horrible, ya que lo elegí yo. Nunca estás contenta. Por lo tanto, no me lo dejas estar a mí.
Si no hago nada, mal. Vaga. Si hago cosas, peor. No te centras, no eres capaz de hacer una cosa sin hacer otra a la vez, deberías relajarte y pensar. Como si necesitara más noches en vela murmurando tus críticas. Como si necesitara más tiempo en el que derramar más lágrimas. Como si necesitara más tranquilidad y pensarlo más fríamente cuando tu frialdad me hiela los pocos pedazos de corazón intactos que me quedan.
Odio cuando me dices que me creo que todo va contra mí. Cuando destrozas a una persona tanto que solo le queda el consuelo de que es una buena persona, decirle que es una egoísta no es la mejor opción. Le rompes entera. Cómo creerme que eso no es así cuando lo siento de esa manera. Cuando intento hablarte de algo que me emociona, que me llena y  y que prefieras no escucharme. Quizás debería ser más positiva y afrontar la vida de una forma diferente. Según tú, soy solo una adolescente con otra estúpida fase. Pero es que me cuesta mucho volverlo a intentar. Cada intento es realizar otra vez la promesa de que esta vez va a ser la buena, y saber en el fondo que no lo será. Es volver a empezar desde el principio y verse todo el camino por delante cuando ya tienes un tobillo roto y la espalda dolorida.
Pero en el fondo sé que me quieres. Y mucho. Pero eso es lo malo. Tener a alguien que no te dejará de querer nunca y que solo quiere lo mejor para tí, y no ser capaz de hacerle orgullosa. Así que lo siento, mamá. Cambiaré, como siempre te digo que haré. Ya te diré si esta vez sí o esta vez no llego a la meta.
Pero lo siento, lo siento mucho. Demasiado.

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