Ojeras malvas (SPOKEN WORD)

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He tratado de escribir esto ya siete veces. Es otro de esos malditos jueves en los que todo sale del revés. En los que yo estoy del revés. En los que tengo demasiado que decir pero que todo se atasca.
Tengo una maraña de palabras enredadas en la cabeza. Todas gritan en voz alta que quieren ser escuchadas. Todas susurran pero no las llego a oir. Todas reclaman su presencia desde el doble fondo de mis párpados, pero cuando las enfoco con la luz, se hacen las tontas. Ninguna levanta la mano y me veo obligada a pedir voluntarios suicidas que no se presentan.
Ojeras malvas. Oscuridad pintada en mi cara. Parece una sombra que intenta alcanzar la luz de mis ojos. Pero yo sé que ese monstruo ha salido de mis ojos y en mis pupilas tan solo ha dejado el triste cadáver de una estrella que emite su último SOS con su luz mortecina. No dormir. Imaginarse quinientos escenarios y que ninguno contenga la palabra realidad. Pensar en múltiples personas y que ninguna esté a menos de 1km de mi cuerpo. Que ninguna viajaría ese espacio con la intención de ayudarme a conciliar el sueño. Sábanas que se sienten extrañas a pesar de haber absorbido ya docenas de gritos.
He escrito una carta a mi misma de pequeña, intentando advertirle de que ese día no salga de casa. De que le ponga mil candados a su alma y que lance su corazón lo más lejos que pueda. Sé que ella lo leerá y se reirá, con esa mirada limpia y que saldrá a la calle a jugar como si no hubiera pasado nada. Pero igualmente lo he hecho. He lanzado una lágrima al papel por cada una de las líneas de ese intento. El embalse de 40 gotas de dolor me ha ahogado.
Mañana encontrarán un cadáver, sin heridas visibles. Como siempre. Con palabras como únicas armas cerca, pero que nadie las toma en serio. Cómo siempre. Como a mi. Se preguntarán que habrá pasado, cómo no se han dado cuenta antes. Como siempre. Tratarán de buscar una explicación en la carta, pero estará emborronada. Como mi mente ahora. Porque no llegaré a morir. A las palabras les gusta jugar mucho con su comida antes de devorarla.

CUADERNO DE BITÁCORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora