Capítulo 6

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Emerson

Le pido al taxista que doble a la derecha cuando llegamos a la esquina del edificio donde viven Tara y Aiden. Pensaba ir a casa de mis padres y enfrentar el sermón de Greg, pero tuve un día bastante extraño y agotador. No logro sacarme a Zac de la mente, pero no por el motivo que todos creerían, sino por su reacción cuando le sonreí. Solo trataba de ser amable; al parecer, la empatía no forma parte de su ser, cosa que me dejó claro a los dos minutos de conocernos.

El taxi aparca justo frente al edificio y me deshago del cinturón enseguida, me siento increíblemente paranoica en estos momentos y estoy segura de que el chofer nota mi incomodidad cuando le doy el billete de veinte y salto del vehículo. Le dedico una sonrisa tensa al portero. Entretanto, toco el timbre del apartamento correspondiente. No pasan más de cinco segundos cuando Tara me dice que suba; para mí fue más tiempo. Es como si mi sistema fuera más lento que el de los demás y es muy molesto.

La puerta se abre incluso antes de tocar y mi hermano me permite el paso de inmediato. Veo a Tara en la cocina, lee las instrucciones del empaque de uno de esos pasteles que vienen en polvo. No tiene mucha ciencia, pero a Tara le encanta buscarle hasta el más mínimo detalle para volverlo difícil.

—¿Cómo estuvo la clase? —inquiere Aiden y sirve dos tazas de café. Pienso en decirle que mi instructor está loco y solo nos dio una técnica de clase. En cambio, me encojo de hombros y le doy un sorbo a la deliciosa bebida.

—¿Tan mal? —interviene Tara, mas sus ojos siguen fijos en el empaque.

—No lo sé, solo me tocó observar y la verdad es que dejó mucho que desear. El instructor es un hombre y no solo eso. Es un tipo antipático de esos que se creen mucho… Ah, además solo somos cuatro en la clase. Es realmente patético.

—¿Es un chico? Creí que la hermana de Jane daba las clases.

—Sí, también yo, pero tiene como seis meses de embarazo.

—Lo siento, Em. Creí que funcionaría.
—No dejaré las clases, le dije a Bridget que las tomaría, aunque si ese tipo sigue con sus estúpidos comentarios acerca de mi nombre o algo…

La taza de Aiden resuena en el mármol cuando la apoya y sé bien lo que se viene.

—¿Él se burló de ti?

—Lo puedo controlar, Aiden, solo fue un día bastante agotador. Recordé algo y… —Mi voz se pierde y siento cómo se planta un gran silencio entre nosotros.

—¿Recordaste al tipo? —El tono de Tara es suave y comprensivo.

—No exactamente ―suspiro—. Tiene una gran cicatriz en su antebrazo izquierdo, es lo único que se me vino a la mente.

Ambos se quedan en silencio, Tara me mira con pena por milésima vez y Aiden parece analizar lo que le dije. Es horrible no recordar algo más o que este dato, posiblemente no tan importante, venga acompañado del doloroso recuerdo. Veo su cicatriz más seguido ahora que sé que existe: cada vez que levantaba el puño y me daba un golpe más fuerte que el anterior, que era más doloroso.

Cierro los ojos y siento cómo mi cuerpo tiembla, mi garganta se cierra y mis lágrimas comienzan a quemar detrás de mis párpados.

Cuando pienso en derrumbarme de nuevo, comienzo a respirar y empiezo a formar una muralla a mi alrededor, algo que se viene abajo cuando siento el abrazo de Aiden y Tara. No quiero pasar por esto sola, duele demasiado y agradezco mucho su compañía, y comprensión. ¿Cuántas chicas que pasan por esto son afortunadas de tener a las personas que aman para apoyarlas de la forma correcta? Las personas dicen, pero no sienten, ni lo intentan comprender. Mi familia no es así y jamás pensé que esa sería su mejor cualidad.

—Sabes que estaremos hasta el final.

Aiden me aprieta con fuerza en cuanto las palabras salen de su boca y solo asiento, dejo que su consuelo me reconforte todo lo que necesito.

...

—¿Una cicatriz en el brazo izquierdo? —El agente Carson no parece muy convencido.

Nos encontramos en una cafetería en el centro de la ciudad, porque es el lugar más seguro y público que se me ocurrió. Aiden insistió en acompañarme por mi seguridad. Esto es muy extraño, estoy en compañía de mi hermano y de un detective profesional, pero la opresión de miedo e inseguridad crece en mi pecho. Es casi doloroso e imposible de evitar.

—Oiga, sabemos que no sirve de mucho, pero Em se está esforzando y estamos intentando decirle todo lo que ella recuerda. —Aiden, como siempre, es la voz de la razón. El detective Carson asiente de acuerdo con él.

—Sí, no parece una característica muy buena, pero buscaremos en la base de datos para ver si aparece algún sospechoso —promete, asiento y dejo la vista fija en mi café.

El solo hecho de imaginar que esté en la base de datos, me revuelve el estómago, no porque sea un sospechoso, sino porque no solo me lo hizo a mí para estar en la lista negra del departamento de policía.

Cada día es más duro que el anterior y no me siento dispuesta de nada, sé que en estos días debo volver a mi departamento porque, por más que me digan que no los molesto, sé que Tara y Aiden quieren su privacidad. He rechazado las llamadas de mi padre y le he contestado algún que otro mensaje solo para evitar que venga por mí. Sé que debo volver a mi rutina, el trabajo y la escuela. No obstante, no tengo las fuerzas.

Este es mi último semestre para graduarme de educadora infantil, mas todo tomó otra perspectiva desde que me enteré que tal vez no seré madre jamás. No puedo imaginar mi vida rodeada de niños ahora, aunque este fue mi sueño desde que tengo uso de razón y no creo estar dispuesta a renunciar ahora. Mi padre nunca lo entendió y fue uno de los motivos de nuestras muchas peleas, pero le he dejado claro desde el principio que esta es mi vida y que yo tomo las riendas de la misma.

Trabajar con él es un desafío, ya que intenta persuadirme de que cambie de opinión con respecto a mis estudios todo el tiempo, pero ya es tarde, porque mi carrera ya casi termina y, para ser honesta, el cerebro no me da para estudiar finanzas por más que lo quisiera. Trabajo en Lowell Industries con un solo objetivo: pagar cuentas. El departamento es parte de la herencia que me dejó mi abuelo, mas las facturas de gastos comunes no se pagan solas, por lo que debo trabajar medio tiempo y esforzarme el doble en la escuela para poder lograr mi objetivo. Sé que mi madre está orgullosa; también soy consciente que, en el fondo, ella también quiere que tenga mi futuro asegurado y eso será si tomo en mis manos el imperio Lowell.
Lamento decepcionarte, mamá, pero eso jamás pasará. Estoy más que segura que Aiden puede manejar y liderar la empresa, de no ser así, que Tara lo ayude. ¿Por qué debo ser yo?

—¿Em? Otra vez estás en blanco. —La voz de mi hermano me saca de mis propios pensamientos y, cuando vuelvo a la realidad, noto que estamos solos.

—¿El agente Carson? —Inspecciono el lugar con la mirada.

—Se acaba de ir, te está pasando muy seguido esto de estar en trance. —Aiden levanta la mano para llamar la atención de la mesera—. No es normal, Em.

—Ya nada lo es.

...


—¿Estás segura que quieres hacer esto hoy? —Tara estaciona el auto frente a la mansión Lowell y suspiro.

Creo que jamás me sentí más intrusa que hoy. Normalmente me gustaba venir a casa, visitar a mis padres y hablar con ellos hasta que se hiciera la hora de irme. Aunque todo eso se siente lejano en este instante, como si fuera una especie de mundo paralelo y no pudiera hacer nada más que recordar o imaginar esos buenos momentos.

Me despido de Tara con un beso en la mejilla y me adentro en la casa sin llamar al timbre ni nada. Mi madre venía bajando las escaleras, hablaba con Brenda; al verme, ambas casi ruedan abajo e intentan llegar lo más rápido posible a mí. Brenda, quien ha sido nuestra ama de llaves desde que era bebé, es la primera en llegar y su abrazo provoca algo cálido en mi interior.

Mi madre no tarda más de dos segundos en unirse a nuestro abrazo y siento cómo los pedacitos de corazón que intenté pegar, comienzan a volver a su lugar sin más esfuerzos. Me costaba mucho seguir adelante y es increíble cómo la muestra de afecto de las personas a mi alrededor, puedan llegar a darme la esperanza y calidez que me negaba a encontrar.

—Ya estaba bastante preocupada, Em. Si tu hermano no nos mantiene al tanto, podemos enloquecer. —Mi madre le da un sorbo a su té de manzanilla y yo a mi café negro.

Odio el té, lo cual es bastante irónico, pues Londres es conocido por eso, su cultura es el té y jamás pude beber más de un sorbo. El café es lo mejor que puede existir, no solo como bebida estimulante, sino que logro sentir cómo relaja cada parte de mi cuerpo y mente.

—Necesitaba tiempo antes de enfrentar a papá —admito, ella asiente y no toca más el tema, también sabe lo que se viene.

—Mañana es tu primera cita con el psicólogo y Aiden me contó que fuiste a una clase de lucha o algo así. —Su tono de preocupación está palpable en cada palabra de la oración.

—Defensa personal, mamá. No tienes por qué preocuparte, eso solo logra que me vuelva más paranoica y estoy intentando seguir con mi vida.

—Solo quiero que no te excedas, tienes otras cosas pendientes y no quiero que te vuelvas loca con el trabajo y la escuela. —Esta vez soy yo la que asiente y pone fin a esta conversación.

Brenda se acerca con un plato de galletas caseras de crema de chocolate, mi estómago ruge con solo sentir el delicioso aroma y no puedo contar cuántas veces he comido estas galletas en mi infancia. Mis caderas no están muy felices al respecto. Al diablo, son una maldita droga. Me como, al menos, tres en menos de cinco minutos y mi madre comienza a reír.

—Dime que tienes un plato guardado para que me lleve a casa. —Brenda se ríe también y me regala un guiño, algo que me confirma lo que le pedí.

—Tú sabes que sí. ¿Necesitan algo más?

—Pollo con ese delicioso risotto para la cena. —Junto mis manos en señal de súplica. Ya estoy harta de la comida vegetariana de Tara.

—Por supuesto. —Brenda nos regala una última sonrisa antes de entrar a la cocina.

—¿Te quedas esta noche entonces?

Antes de poder contestar, la puerta principal se abre y entra mi padre, conversa por teléfono.

—Te dije que yo me ocupo del trabajo de Joseph mientras él no está… —Se para un segundo cuando nota que estoy aquí—. Te llamo luego —dice y creo que no le dio oportunidad de contestar a la otra parte cuando colgó.

Me levanto y camino con lentitud hacia él, su ceño está demasiado fruncido y eso solo significa dos cosas: o está muy molesto o está muy cansado por el trabajo. Espero que sepa entender por qué tardé tanto en venir. Amo mucho a mi padre, mas no es alguien fácil de tratar. Sé que me mostró su faceta más vulnerable en el hospital y nunca lo olvidaré. Todo eso me hace ver cuánto me quiere y que, a pesar de todo, siempre estará dispuesto a hablar para solucionar nuestras diferencias.
Deja su maletín en el suelo y termina de acortar la distancia entre nosotros, me abraza con fuerza y su perfume excesivamente caro se impregna en mis fosas nasales. Me alegra saber que, de algún modo, no está molesto conmigo. Sin darme cuenta, lo abrazo con más fuerza de la necesaria. No había notado cuánto lo extrañé.






Mejor tarde que nunca 💪 gracias a todos por la paciencia y el apoyo ❤ en verdad espero que les guste este capítulo y muchas gracias por leer ❤...x

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