Capítulo 12

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Emerson

Me miro al espejo y evalúo mi atuendo. Tara se emocionó de salir esta noche y Aiden no parecía muy convencido. El nuevo dato de ver el rostro de mi atacante, los tomó por sorpresa y, al igual que mis padres, todos están asustados por mí. El detective me concedió una cita mañana para que pueda describirlo lo mejor posible y con eso buscar en la base de datos o lanzar un boletín de se busca.

No saco a Zac de mi cabeza y Aiden se encuentra muy irritable al respecto. Por supuesto, le dijo a Tara lo que pasó y me inundó con preguntas. Siento que ya no puedo seguir aquí, es como vivir con mis padres. Voy a tener que volver a mi departamento y lo más antes posible. Prefiero vivir paranoica que vivir vigilada.

Me subo el pantalón ajustado lo más arriba posible e intento cubrir mi cicatriz. Tara me evalúa desde su lugar en la cama y baja la máscara de pestañas para verme mejor.

—Te ves preciosa, y esa cicatriz es parte de ti ahora. —Su sabia voz intenta levantarme la autoestima, pero dudo que funcione.

—Me gustaría borrarla y que se vaya de mi piel con todos los recuerdos —declaro más para mí misma que para ella.

—Esos recuerdos siempre estarán, pero debes aprender a controlarlos y aceptarlos. Un día solo te despertarás y te sentirás bien contigo misma. No será por borrar los recuerdos, sino porque aprendiste a vivir con ellos. —Me abraza y le correspondo con fuerza. Solo espero que ella tenga razón.


En cuanto llegamos a la entrada del club, recibo un mensaje de Garrett con su ubicación exacta y cuando por fin lo encuentro, está muy animado hablando con uno de los guardias del lugar. La fila está hasta el final de la calle y me siento un poco mal por todas las personas que deben esperar para entrar.

—Em, por fin llegas. Él es mi primo Marcus —nos presenta y le tiendo la mano de forma educada.

—Es un placer, soy Em.

—El placer es mío. —Me guiña un ojo sin disimulo alguno y Garrett le da un codazo.

—Él es mi hermano, Aiden, y mi mejor amiga, Tara. —Garrett le tiende la mano a Aiden primero.

—Es un placer. —Se acerca hasta estar a unos pocos centímetros de la cara espantada de Aiden—. Hazme saber si cambias de gustos.

Mi hermano se queda pálido mientras que Tara y yo nos partimos de risa. Ya le había comentado a mi amiga que Garrett es gay, pero quisimos ver la expresión de Aiden en cuanto lo conociera. La maldad nos consume, mas debemos divertirnos de algún modo.

—Lo… lo haré —tartamudea y yo sonrío.

—Es un placer, Tara. Qué suertuda eres. —Garrett le sonríe con amabilidad.

—Lo sé. —Ambos ríen y Aiden los mira mal.

—Bueno, pues entren. La fiesta está adentro. —Marcus se hace a un lado y nos permite pasar, ignora las quejas de las personas del exterior.

Cuando entramos, el ambiente está lleno de personas bailando y bebiendo. De forma rápida, me agarro del brazo de Garrett para no perderlo de vista. El lugar es lindo, tiene un piso más para los miembros VIP y puedo ver que la decoración es bastante glamorosa. La barra es extensa y está llena de taburetes color caoba que combinan a la perfección. Las lámparas tenues cuelgan por encima de todo el espacio y le dan un estilo discreto para esos amantes apasionados. Mis ojos se posan en un punto en particular y ya veo por qué. Los castaños orbes de Zac están puestos en mí, le da un trago a su cerveza y su mirada me evalúa desde la cabeza hasta los pies. ¿Por qué diablos me mira así? Lo fulmino con la vista y enseguida aparta la suya. Casi le doy un golpe a Garrett cuando nos dirige directo a ellos, porque obviamente no está solo. Los chicos se saludan entre ellos, pero puedo notar que cuando Zac le habla a Garrett, me contempla. Uso mi cabello como un muro improvisado. Sin embargo, parezco una completa idiota.

—¡Hola! —Una voz me saca de mi estado de defensa y cuando levanto la mirada, una hermosa chica me sonríe—. Soy Lisa.

—Emerson. —Le sonrío un poco—. Puedes decirme, Em.

—Es un gusto, creo ya conoces a mi novio. —Me señala a Ethan y él me sonríe apenado.

—Hola, creo que no nos conocimos de la mejor manera. —Estrecha su mano con la mía y le sonrío. Sé que el patán fue Zac y no él.

—Concuerdo.

—Vamos a bailar. —Tara nos saca del incómodo momento, pero solo ella y Aiden se dirigen a la pista.

Le doy un asentimiento a mi hermano para que vaya sin problemas, ya que se quedó parado mirando fijamente a Zac. Ethan y Lisa también van a la pista y nos quedamos solo nosotros tres.

—Debo ir al baño —comenta Garrett y lo observo con ojos suplicantes—. Espérame aquí, vuelvo enseguida.

Me sitúa justo al lado de Zac, pero en vez de sentarme a su costado, decido quedarme parada y veo justo en la dirección en la que se fue. Sé muy bien que no fue al baño. 

—¿No eres celosa? —habla Zac por encima de la música y lo miro, ceñuda.

—¿De qué hablas? —Mi tono suena más rudo de lo que pretendo.

—Tu novio, en este preciso momento, está bailando con otra chica y no precisamente como amigos, y tú no estás haciendo nada.

Mi confusión crece y sigo su línea de mirada. Aiden y Tara moviéndose al compás de la música y besuqueándose también. Se me revuelven las tripas cuando caigo en lo que Zac dijo.

—Aiden es mi hermano —aclaro y su cabeza gira tan rápido que parece que lo hubieran abofeteado.

—¿Qué? —Su tono es molesto. Salta del taburete y se pone justo frente a mí—. ¿Por qué no me lo dijiste? Casi le parto la cara ayer por meterse donde no lo llaman.

Por cada palabra que decía, más se acercaba a mi cuerpo y me costaba concentrarme en lo que me decía.

—No sabía que te debía explicaciones —suelto, cortante.

Sus ojos están un poco más oscuros de lo normal y puedo ver la irritación en ellos. No le gusta que lo reten. Su mirada se desvía hacia mis labios cuando nota que los remojo de forma nerviosa. Él frunce el ceño y se aleja de golpe de mí, me quedo quieta mientras se excusa como Garrett para ir al baño.

—¿Te sirvo algo? —comenta el barman y pienso en la respuesta.

—Dos cervezas. —Alguien habla a mis espaldas—. Yo invito.

Un chico alto se acerca y se para justo frente a mí, donde Zac estaba hace tan solo un minuto.

—Agradezco la invitación, pero no me gusta la cerveza —rechazo de la manera más amable posible.

—No hay problema, yo puedo beber y tú bailar para mí —fanfarronea y sus ojos lujuriosos recorren mi cuerpo.

No puedo evitar el asco que me llena, siento que todos los hombres son unos imbéciles que solo buscan aprovecharse de nosotras.

—¿Por qué no buscas a otra idiota que cumpla tus fantasías? —escupo y me volteo para ir por Garrett, pero su brazo sujeta el mío con fuerza.

—Oye, nadie dijo que podías hablarme como una perra y luego irte —sisea con los dientes apretados, su agarre se refuerza y me acerca más a su asqueroso cuerpo.

El pánico se instala en mi pecho y comienzo a hiperventilar. No puede pasarme de nuevo, otro idiota no puede aprovecharse de mí.

—Suéltame…—Mi voz suena como un débil y asustadizo susurro.

—Creo que me debes un baile.

Mis ojos se cierran ante el contacto de su aliento caliente contra mi mejilla. Las náuseas se asientan en lo profundo de mi estómago y no sé cuánto tiempo más pueda retenerlas ahí. Puedo ver cómo todo lo que aprendí estas últimas semanas, desaparece, y el terror no me deja reaccionar. Es inútil.

—Suéltala, Paxton. —La voz de Zac se abre paso entre mis miedos y cuando el tipo me suelta el brazo, mi defensor se pone frente a mí.

—Tranquilo, Reed. Nos estábamos divirtiendo.

—Busca a otra para eso. —Su tono rudo provoca que se me erice la piel. El tipo traga duro y puedo ver que da un paso atrás.

—No sabía que estaba contigo, amigo —balbucea. De repente, él parece ser el asustadizo.

—Vete o te partiré la maldita boca. —Zac da un paso decisivo hacia Paxton, pero le tomo el brazo.

Me ve por encima de su hombro y aprieto con suavidad su bíceps, no quiero que monte una escena o que se meta en problemas por culpa mía. Paxton aprovecha su momento de distracción para irse lo más rápido posible. Zac se voltea hacia mí y me toma el brazo que fue preso del imbécil.

—Gracias… —Mi voz se queda en el aire mientras él aún chequea la zona.

—¿Estás bien? —Acaricia la zona afectada y se me pone la carne de gallina.

Asiento con la cabeza, incapaz de hablar. Atrapo mi labio entre los dientes cuando sus dedos siguen su camino hasta la palma de mi mano. ¿Por qué no me siento insegura con él?

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