Capítulo 26

515 90 20
                                    

Em

Sus manos están posadas justo en la parte baja de mi espalda, logrando así, rodearme por completo con sus fuertes brazos. Mis piernas cuelgan hacia un lado de su cuerpo y cuando me atrevo a mirarlo a los ojos, las pupilas predominan por completo. Parece estar tan nervioso como yo y eso me alivia un poco la tensión que se forma en mi pecho. Mi corazón retumba con una fuerza sobrehumana y podría perforar mi caja torácica con facilidad si no me calmo.

Una de sus manos se posa en mi rostro  y lo acerca al suyo, apenas es un roce imperceptible de nuestros labios y se siente como si todo explotara en mi interior. Tres ladridos son suficientes para apartarme sobresaltada de Zac. Ambos miramos al pequeño AJ quien se encuentra a pocos pasos del sofá, mirándonos con cierta curiosidad.

— ¿Tendremos problemas, amigo? —la voz ronca de Zac me sorprende y me fascina cada vez más.

Sonrío y me atrevo a mirarlo de nuevo, parece más relajado que hace unos instantes y eso es genial. Noté su expresión cuando entramos a mi departamento y no me gustó para nada la inseguridad que vi, espero que eso no interfiera en lo que estemos a punto de comenzar porque a pesar de que siempre tuve una vida rodeada de lujos y que nunca nada me faltó, yo no soy como lo que muestran en las películas. El dinero que gano ahora es por mi trabajo en la empresa de papá y en mi futuro espero que sea enseñando como tanto he soñado en los últimos años.

— Entonces… —mojo el algodón con un poco de alcohol antes de acercarlo al corte de su mejilla. Zac hace una mueca, pero se recompone al instante.

— ¿Entonces? —repite y sonrío.

— ¿Qué edad tienes? —Zac ríe fuertemente y presiono un poco más el húmedo algodón en forma de castigo.

— Lo siento, esperaba otro tipo de pregunta —me sonríe—. Tengo veinticinco años, mi cumpleaños es el nueve de julio por lo que soy de cáncer. Sé que a las chicas les gusta comparar signos y eso… —hace un gesto con la mano y se me escapa una risita —, me gustan los autos antiguos y le temo a los mimos —se para un segundo para pensar y continúa—; me gusta todo tipo de comida excepto las aceitunas, me encanta boxear y creo que si me dedicara a otra cosa sería a ser entrenador personal ya que tengo un título aprobado, pero el trabajo no abunda por aquí —Zac suspira—. Vivo con mis tíos desde que tengo ocho años y no tengo hermanos, pero si una prima en camino.

— ¿Tus padres? —la pregunta sale antes de que mi cerebro pueda procesarla y siento como su cuerpo se tensa.

Zac parece buscar en su mente algo para decir y me arrepiento de haber indagado tanto. Termino de pasar el algodón por su mejilla y guardo el alcohol nuevamente en el botiquín.

» Zac, no tienes que decirme —hablo por fin.

— No, yo quiero… bueno tú quieres saber todo de mí —él busca las palabras por un momento y finalmente suspira—. Mi madre murió en el parto y mi padre me abandonó dejándome con mis tías.

Mi corazón se cae al suelo al oír eso. Claramente se ve incómodo con la situación y pareciera que llevara años sin decírselo a alguien. No sé muy bien cómo reaccionar al respecto por lo que enredo mis brazos en su cuello y lo atraigo hacía mí. Se tarda unos segundos en corresponder mi abrazo, pero cuando lo hace soy capaz de sentir su cuerpo temblar levemente y el dolor por el que él pasó se infiltra en mi ser.

— Lo siento, Zac. —Mis palabras son tímidas, pero mis emociones son fuertes.

Obviamente no puedo decir que sé lo que está sintiendo porque gracias a Dios tengo a mis padres, no puedo ni imaginar lo que sentiría si los perdiera.

— Gracias, bonita —empiezo a adorar que me diga así—. ¿Algo más que quieras saber? —se aparta lo suficiente para ver mis ojos y niego con la cabeza.

— Creo que lo demás puede esperar.

— Genial, no sé cuánto más iba a tener que soportar.

— ¿Soportar? —pregunto confusa.

— Sí, para esto.

Sus manos toman mi rostro y me besa con pasión. No puedo evitar gemir ante el contacto de su lengua ansiosa buscando la mía. ¡El hombre sí que sabe besar! Mis manos se enredan en las hebras oscuras de su cabello y tiro con suavidad. Su gemido me toma por sorpresa y de repente quiero escuchar más, quiero ser la que provoque ese fuego por siempre. Sus labios se separan de los míos solo para seguir un sendero de pequeños y húmedos besos en mi cuello hasta llegar al lóbulo de mi oreja, sus dientes juegan con ese punto sensible y tengo la necesidad de pegarme lo más posible a él.

— Zac… —intento detenerlo antes de seguir en algo de lo que me pueda arrepentir, pero mi llamado parece una súplica y eso lo incentiva más —. Zac, para —mi voz llena el pequeño espacio y él se aparta al instante.

— ¿Hice algo malo? —un jadeo preocupado sale de sus labios.

— No yo… —cierro los ojos buscando las palabras correctas—. No soy esa clase de chica —admito por fin.

— Lo siento, no debí presionar. No quiero que pienses que busco esto de ti, porque a pesar de haber sido un completo imbécil por lo que te dije el otro día yo te aseguro que…

— Y yo te creo, pero aún no te he hablado de mí —le digo cortando sus palabras de disculpa. Una sonrisa sustituye su mueca de preocupación y no puedo evitar corresponderle el gesto.

— Te escucho y quiero todo —aclara con un guiño e intento no flaquear en ese instante.

No me atrevo a sincerarme del todo con él aún. Un millón de escenarios fatales invaden mi mente solo de imaginar el cómo va a reaccionar cuando le diga lo que me pasó. ¿Me verá diferente? Quizá me vea con el mismo atisbo de lástima con el que todos me ven y esa conclusión me enferma.

No quiero ser la víctima ante sus ojos también y lo peor es que no quiero que esté al pendiente de mí todo el tiempo como Aiden o mi padre, necesito que me conozca a mí y cuando toda esta mierda acabe estaré más que dispuesta a compartirlo con él.

Zac me mira como si quisiera desnudar mi alma, sé que quiere conocerme porque desde el primer día que nos conocimos me mira con esa curiosidad indescifrable y constante. Me aclaro la garganta y cuando por fin abro la boca para decir algo, el timbre suena y nos hace saltar en nuestro lugar.

— Debe ser la pizza —digo mientras me levanto y me dirijo a la puerta.

— Salvada por la campana.

Una carcajada se me escapa en el mismo momento en el que estoy abriendo la puerta y me concentro en sacar el dinero necesario para pagar. Cuando me percato de quien está frente a mí, el aire se va por completo de mis pulmones ya que no es el repartidor de pizza el que me devuelve la mirada.

— Patrick… —mi estómago se retuerce en un nudo de nerviosismo y ansiedad ante la situación que se viene.

Bueno aquí el nuevo capítulo ❤ quisiera tomar un segundo más de su tiempo para darles las gracias de corazón por leer mi historia. Estoy muy feliz porque por primera vez gané un premio  y el hermoso reconocimiento ya está en la portada ♡ hoy si voy a dormir contenta ☆ díganme que les pareció el capítulo y muchas gracias♡ los leo...x

FIGHTOVE © 《DISPONIBLE EN AMAZON》Where stories live. Discover now