Capítulo 25

575 90 11
                                    

Zac

Me aparto un segundo de ella para devolverle la mirada. De pronto me siento débil y vulnerable, pero no sabría decir por qué.

¿Por qué querría saber todo de mí?

No hay nada interesante en mi patética vida. Entonces me doy cuenta de que ella no vino a hablar, solo vino a escucharme. A conocerme por completo, pero no sé si realmente estoy listo para que me conozca.

Ella está desarmando poco a poco la armadura contra todo tipo de sensación que tanto he reforzado en este último año y me siento algo inseguro, porque sé bien el trabajo que impuse en cerrarme por completo al amor y no quiero pasar por esto de nuevo.

Mis sentimientos hacia Emerson Lowell crecen a cada segundo y  de una forma tan fuerte como poco común que me aterra. Mi puto miedo es ese, enfrentarme solo a otra decepción amorosa descomunal. Sé que ella terminó con su prometido hace poco o por lo menos eso me dijo su hermano, ¿cuánto tardará en deshacerse de mí? Aparto con la misma velocidad en la que llegaron esos pensamientos negativos e intento enfocarme en la chica frente a mí. Ella también tiene sus inseguridades y ya me lo ha demostrado, creo que lo mínimo que puedo hacer es darle el beneficio de la duda.

Em me mira con curiosidad ahora y mi corazón está más acelerado que de costumbre. Ella me ha provocado todo tipo de sensaciones en las últimas dos semanas, pero sus ojos en este momento reflejan paz y logra transmitirla hacia todo mi ser. No creo que haya nada más exquisito y estoy listo para decirle todo lo que necesite saber.

— Sólo dime lo que tú quieras, pero dime algo. —Su voz suena suave y con cierto tono de desesperación.

— ¿Qué quieres saber?

Cuando le pregunto eso soy capaz de ver aproximadamente un millón de posibles preguntas corriendo detrás de sus ojos y sonrío. Me gusta como baila la curiosidad en su mirada esmeralda, podría perderme por horas mirando las motas verdes de sus ojos.

— Quizá deberíamos ir a otro lugar —sugiere mirando la solitaria calle oscura.

— Claro. —Ella puede hacer lo que quiera conmigo. Soy su maldito sumiso en este momento.

Antes de poder decir algo más su mano envuelve la mía y tira de mi cuerpo un par de metros hasta que llegamos a su auto. Me subo del lado del copiloto y estudio el coche caro con la mirada. Jamás podría permitirme algo así. A duras penas podré terminar de pagar el pequeño departamento en Hampstead, no es una mala zona ya que me he criado ahí; sin embargo no me imagino lo que costará el suyo, el cual está ubicado en Mayfair, uno de los mejores puntos de Londres.

— Haremos una parada en la casa de mi amiga, debo ir a buscar a AJ —ella habla mientras se abrocha el cinturón.

— De acuerdo —digo apartando la mirada de sus movimientos.

El trayecto es silencioso y puedo notar que se siente nerviosa. No puedo evitar mirarla mientras conduce, tiene la sutileza de respetar cada maldita norma de tránsito y se toma su tiempo de frenar en cada cartel de alto.

Me mira de reojo un par de veces y aparto la mirada, pero aun así un par de minutos después vuelvo a tener mi atención en ella.

— ¿Por qué me miras así? —su voz me sobresalta, pero me compongo con rapidez.

— Te ves jodidamente bonita hoy —al admitir eso puedo notar, incluso bajo las tenues luces del coche, como se ruboriza.

— Pues… gracias, supongo —se aclara la garganta—, tú no te ves nada mal.

No puedo evitar sonreír ante su cumplido, su primer cumplido hacia mí. Se nota que le cuesta expresarse de esa forma y eso me gusta más todavía, el hecho de que se ponga nerviosa al halagar de alguna forma al sexo opuesto, me hace ver que no es de las que coquetea con cualquiera.

El resto del trayecto transcurre en un agradable silencio, mi sonrisa no ha desaparecido y el color de sus mejillas tampoco. Unos minutos más tarde se aparca y por fin me mira.

— Estaré aquí en cinco minutos.

Se baja del coche sin darme posibilidad de responderle. Espero pacientemente, seguramente iremos a su departamento y el solo hecho de imaginarme en ese lugar con ella hace que un montón de pensamientos pecaminosos pasen por mi cabeza. Los aparto con la misma velocidad en la que llegan. Solo quiere hablar Zac… puedo con eso. Me repito eso más veces de las necesarias hasta que la veo aparecer en mi campo de visión con el cachorro en sus brazos.
Se sube y me dedica una tímida sonrisa que le correspondo. Puedo jurar por mi vida que jamás sentí este tipo de conexión con alguien, es un grado de mí mismo que solo ella ha experimentado y que no me siento capaz de compartir con nadie más.

Noto enseguida que no hay mucha distancia entre el departamento de su amiga y el suyo cuando entramos al estacionamiento de su edificio. Ambos bajamos del auto y ella toma al perro en sus brazos. Subimos en silencio hasta que por fin nos encontramos en la puerta de entrada.

— Entra y ponte cómodo, puedes dejar el bolso donde quieras…

Em habla, pero apenas oigo lo que dice. La última vez que vine no había podido observar con atención cada detalle del lujoso lugar y mierda, debe valer una buena pasta. El juego de sofá color negro debe ser más caro que mi futuro departamento, la realidad me golpea demasiado rápido cuando me doy cuenta que, si se queda conmigo, perderá el estilo de vida que tan acostumbrada está a tener.

— ¿Zac? —su voz me devuelve a la realidad.

— ¿Sí?

— ¿Me dejarías curar esa herida?

— Claro. —intento recomponerme lo mejor que puedo.

Ella sonríe y se dispone a ir en busca del botiquín de primeros auxilios. Me quito todos los pensamientos negativos de la cabeza y me digno a sentarme en el sofá individual más cercano. El pequeño perro de Em, se para justo en frente de mí y me mira con curiosidad. ¿Por qué adoptar un perro? La compañía le sobra y si es por seguridad puedo jurar que este lugar es una fortaleza.

— Pedí una pizza, espero que tengas hambre.

Miro a Em y parece estar leyendo lo que dicen los frascos llenos de líquido transparente que están en el botiquín. Me comería unas seis pizzas, pero decido pasar por alto mi apetito voraz.

— ¿Te ayudo?

— No, ya encontré el alcohol. —dice y sacude la pequeña botella con una sonrisa satisfecha.

Se acerca hasta estar frente a mí y nota la presencia del cachorro. Se agacha lo suficiente para acariciar las orejas del pequeño y este luce bastante satisfecho. Quizá es compañía lo que busca sí.

— Iré por una silla…

No la dejo terminar de hablar cuando tomo su mano y la ayudo a sentarse de tal manera que quede sobre mis piernas. El contacto con su cuerpo tibio me hace reprimir un gemido y ella parece estar en la misma situación.

— Creo que ambos estaremos cómodos así —mi voz suena forzada y espero que no lo haya notado.

— Concuerdo.

Bueno aquí les dejo el nuevo capítulo y espero que lo disfruten, como siempre muchas gracias por leer y actualizo el miércoles ☆ los leo...x

FIGHTOVE © 《DISPONIBLE EN AMAZON》Where stories live. Discover now