Capítulo 15

9.4K 603 288
                                    

Piezas encajando a la perfección, pero cada una pertenecían a diferentes rompecabezas.

Pov Narrador Omnisciente.

1/?

Una morena entraba muy contenta a su hogar, dejó su abrigo y bolsa en el perchero y en la pequeña mesa de la entrada. Observó que el correo había llegado, dió un rápido vistazo y solo se encontró con facturas del mes.

En un día cualquiera eso la hubiera hecho rodar los ojos y resoplar con fastidio, pero justamente ese día solo sonrió y siguió su camino. Se dirigió a la cocina y abrió la nevera, tomó la caja de jugo de naranja para servirse el poco contenido que tenía directamente del envase.

— Hoy vendrá un huracán.— La menor de las Garzón hacía acto de presencia.

Valentina se sentó en las butacas de la cocina para mirar a su hermana de forma dubitativa, sabía que su hermana nunca bebía jugo y menos del envase.

— Hola, pulga. ¿Cómo estás? ¿No crees que hoy fue un gran día?— Preguntaba la morena sonriente dejando el envase vacío a un lado.

—¿Y a ti qué diablos te dieron de comer hoy?— Indagó Valentina frunciendo el ceño, la morena rió.

—¿Qué? ¿No puedo estar feliz?— Respondió María José cruzándose de brazos.

— Claro que si, siempre andas feliz... Por así decirlo.— Valentina se encogió de hombros.

—¿Entonces? ¿Por qué la pregunta?— Indagaba la morena curiosa, mientras quitaba sus zapatos de tacón.

— Es que hay algo en ti, hoy te ves no sé. Me haces querer vomitar arcoíris.— Explicó la menor haciendo una mueca burlona, María José rió.

— Quizá haya un motivo.— Respondía la morena sonriente, mientras se ponía de puntillas para alcanzar una bolsa de pan y mantequilla de maní.

—¡Para tu carro, Garzón! ¡¿Conociste a alguien?!— Exclamaba la menor sorprendida, María José dió un pequeño sonido de victoria al haber alcanzado las cosas de los gabinetes.

— Puede que si, pueda que no.— Respondió María José sacando una rodaja de pan, Valentina bufó.

— Tú y tus secretitos, a veces pienso si no haz matado a alguien.— La morena rodaba los ojos yendo por un cuchillo.

—¿Me crees capaz?— Preguntaba abriendo el frasco, Valentina rió.

— La verdad si, cuando te enojas pareces un chihuahua rabioso.— Se burló la copia de María José.

— Más respeto que soy mayor que tu.— Respondió María José terminando de untar la mantequilla de maní.

— Ya dime, Poch. ¿Conociste a alguien?— Insistió Valentina alzando sus cejas pícaramente.

— Estoy pérdida, pulga.— Confesó la morena en un suspiro dando un mordisco a su sándwich.

María José sabía que estaba pérdida, se había perdido en un mundo que tenía nombre y apellido, era imposible negarlo. Daniela Calle había hecho lo que nadie en años pudo lograr... Entrar a su roto corazón.

Se dice que cada acción en nuestra vida nos marca, nos enseña, hace que una parte de nosotros se marchite o florezca. María José estaba marchita y ella lo sabía, sabía que refugiarse en sexo solo regaba a una planta muerta, pero aún así no florecía.

Cuando ella entro a su vida, fue cómo si alguien sacará aquella flor marchita y pusiera una pequeña semilla, poco a poco iba regando aquella semilla, la morena sabía que aquella semilla iba a florecer en todo su esplendor.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now