Epílogo

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Dos amantes que se tomaron de la mano en la oscuridad.

Pov Poché.

12 años después/Casa Calle Garzón.

— Uy amor que rico... Ahí, ahí.— Solté un gemido de satisfacción sintiendo las manos de mi esposa.

—¿Así, amor?— Escuché a Dani, asentí con mi cabeza.

— Dios si, no pares... Tus manos son maravillosas.— Respondí soltando suspiros, escuché una risita de Dani.

—¿Esta parte está bien?— Preguntó mi esposa, dudé unos segundos.

— Uhmm no sé.— Contesté acomodandome en la cama.— Es que desde la última vez me quedó más... ¡Aaah! Sigue, sigue, hermosa.— Pedí soltando otro gemido.

— Oigan no van a creer pero...— La puerta de la habitación que compartía con mi esposa se abrió, alcé mi cabeza y vi a mi hermana.—¿Qué diablos hacen?— Preguntó al vernos en la posición que estábamos.

— Le hago un masaje a Poché, Damián la dejó adolorida ayer.— Explicó mi esposa bajando de mi espalda, sentí cómo abrochó mi sostén.

—¿Dónde está mi adorado sobrino?— Preguntó mi hermana tirándose en la cama que compartía con Dani.

— Ha de estar con Cristal.— Respondí parandome de la cama, tomando la camisa que me pasaba mi esposa.— Últimamente se andan peleando por la atención de Abigail.— Dani se acercó a mi y empezó a poner los botones de la camisa.

—¿Por Abigail? ¿No es la hija de la vecina que le coquetea a Calle?— Preguntó mi hermana a mi esposa, alcé una ceja.

—¿Cómo está eso, gomita?— Hablé ocultando mi tono de voz celoso.

— Es Vale la que inventa cosas, osita.— Dani dejó un beso en mi nariz al terminar de abotonar mi camisa.

—¡Ja!— Exclamó Vale.— Esa vieja cada vez que la veo se pone shorts más cortos, un día de estos se pondrá cinta en los pezones.— Agregó mi hermana riendo.

— Valentina, no ayudas.— Habló mi esposa rodando los ojos.

—¡Nos mudamos!— Exclamé yendo al baño.

—¡Tenías que abrir tu bocota!— Escuché a mi esposa decirle a mi hermana, Valentina solo rió y se escuchó la puerta de la habitación cerrarse.

— Amor.— Me llamó mi esposa en el marco de la puerta.—¿Si sabes que no podemos mudarnos cada vez que alguien me coquetea, no?— Preguntó cruzándose de brazos, la miré por el espejo del baño.

— Lo hemos hecho cuatro veces, una más no importa.— Respondí con tranquilidad, buscando en los cajones del baño una pasta dental.

— Poché, la primera vez fue porque ya no cabíamos en el apartamento.— Dani se acercó a mi y me quitó el cepillo de dientes, resoplé.— La segunda porque venía Damián en camino.— Sonreí al recordar mi pequeño demonio castaño.

— La tercera porque venían las gemelas en camino.— Mi sonrisa creció y la de mi esposa apareció con un brillo en sus ojos.— Y la cuarta porque tus adorados hijos querían un perro, además de que a cierta persona se le ocurrió de tener un cuarto hijo.— Señaló la cuna que estaba en la esquina de nuestra habitación.

—¿No quieres otro?— Pregunté tomando la cintura de mi chica, mi esposa rió.

— No gracias, ya somos medio equipo, amor.— Hice un puchero y sentí sus labios borrarlo.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now