Capítulo 38

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No porque dos piezas encajen significa que tengan que estar juntas.

Pov Calle.

Bajé del coche de Poché tomada de su mano, alcé mi vista y me encontré con la casa en dónde viví toda mi vida. Tenía tantos recuerdos de aquella casa pero, últimamente los recuerdos felices eran contados a comparación de los momentos de dolor.

—¿Segura que quieres entrar, mi amor?— Preguntaba Poché a mi lado, giré la cabeza y me encontré con sus ojos aceitunados, sonreí.

— Que bonito es que me digas mi amor.— Mencioné riendo tiernamente, mientras rodeaba su cuello con mi brazos.

— Lo más bonito eres tú.— Susurró sonriendo, dejando un beso en mis labios.

Habían pasado dos días y hasta el día de hoy me dieron de alta, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que todo me aturdía, pero lo mejor es que tenía a mi Poché a mi lado.

Era maravilloso descubrir que no todas las personas querían hacerte daño.

Durante todo este tiempo, Poché no se separó de mí lado, estuvo conmigo en todo momento, bueno casi siempre. A base de pucheros y quejas, Poché logró salir del cuarto de hospital para trabajar unas horas, por petición mía decidí que fuera así.

En el transcurso de estadía en el hospital, me di cuenta de que Vivian había sido entregada a sus familiares y le dieron eterna sepultura, eso me entristeció. Le había comentado a Poché que quería ir al cementerio a dejarle flores.

— Desearía no entrar, pero es algo que debo hacer.— Respondí acariciando la mejilla de Poché, ella resopló.

— Puedo entrar contigo, tomaré el té con Mafe y le contaré lo maravillosa que es su hija.— Solté una carcajada escuchando su risa.

— Amor, mi madre te odia.— Mencioné entre risas, Poché alzó sus cejas pícaramente.

— Aún así le causo un sentimiento poderoso.— Alardeó clavando sus dedos en mis costillas, reí negando con la cabeza rozando su nariz con la mía.

Mi psicóloga linda me había contado lo sucedido con mi mamá antes de mi despertar. La verdad fue una decepción más saber que mi madre no me amaba tal y cómo era, sencillamente era un gran impacto de realidad.

Aún no podía creer que, la mayoría de mis traumas se debían a mi familia. Una tristeza enorme me invadía cuando sobrepensaba todo lo ocurrido durante todos estos meses. Sin embargo no les guardaba rencor... O al menos no tanto.

Ahora estaba aquí, afuera de mi casa dudando si entrar o no, iba a mudarme con Poché y de eso no había duda.

Cuando me propuso vivir con ella, sentí que un mundo de mariposas revoloteaban en mi estómago, claramente acepté su propuesta. Estábamos a punto de comenzar otra vez.

—¿Y si huimos?— Escuché la voz de Poché, fruncí el ceño.

—¿Adónde o qué, tonta?— Reí ligeramente, acariciando sus brazos.

— No sé, dónde sea menos está casa. La veo tenebrosa.— Contestó torciendo el gesto sacando su lengua, reí sin evitarlo.

— Eres tan ocurrente.— Murmuré dando toquecitos a su nariz, Poché sonrió.— Por eso me encantas tanto.— Añadí juguetona, Poché alzó una ceja mientras me pegaba más a su cuerpo.

— Ahora tengo más ganas de huir, pero para llevarte a mi cama.— Soltó directa, causando un escalofrío en mi espina dorsal.

— Quieta, tigre.— Reí jugando con un botón de su camisa formal blanca.— Habrá mucho tiempo para eso.— Añadí intentando separme de ella, pero Poché lo impidió.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now