Capítulo 27

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Las marcas duelen, pero duelen más esas marcas que no son visibles.

Pov Poché.

Día del juicio/ Dos semanas antes.

Arreglé el cuello de mi saco mientras me sentaba en la silla con Liam a mi lado, di un suspiro nerviosa e inquieta de lo que podía pasar hoy. Sabía que iba a ser un día largo, pero tenía la esperanza de que todo saliera tal y cómo lo habíamos planeado.

— Recuerda, por más que Emilia diga cosas no te exaltes, solo quedarías mal parada ante el juez.— Me explicaba Liam arreglando su corbata, asentí con la cabeza.

—¿Wiliam está aquí?— Pregunté en un susurro a mi abogado, ví cómo curvo su labio en una sonrisa discreta.

— Es nuestro as bajo la manga.— Respondió guiñando uno de sus ojos,  para posar su vista en los papeles que tenía enfrente.

Pasé una mano por mi cabello, me urgía estar divorciada solo así podría acercarme a Dani sin problemas, sabía que recuperarla iba a ser difícil, pero haría todo lo que está en mis manos para ser libre, libre para ella y construir algo lindo juntas.

En mi pecho crecía un pequeño calor al recordar el beso que nos dimos hace unos días, aún y cuando Tony me persiguió con una bicicleta por todo el estacionamiento, besar a Dani había valido totalmente toda carrera que había hecho. Ahora solo esperaba que no fuera muy tarde para intentar algo con ella de nuevo.

Salí de mis pensamientos al escuchar las puertas de la corte abrirse, claramente era Emilia con su abogado que habían entrado. Quitó sus lentes y me dió una mirada rápida apretando su mandíbula, yo estaba tranquila sabía que tenía todas las de ganar.

Los cuatro presentes nos pusimos de pie al ver cómo entraba el juez, en silencio tomó asiento. Era un hombre medianamente mayor, tenía sobrepeso, era moreno, su cabello rizado, una barba adornando su cara. Tenía cara de muy pocos amigos.

— Tomen asiento.— Pidió el juez, los presentes tomamos asiento en silencio.

— Empezamos con el caso #56 de divorcio entre María José Garzón Guzmán y Emilia Lizeth Calle Villavicencio.— Habló el juez con autoridad, alzó su vista y vió a los presentes a través de sus lentes.

— La acusada niega un mutuo acuerdo para realizar dicho proceso, mientras la acusadora exige su libertad. No existen hijos, ni pelea de bienes en el matrimonio.— Agregó en voz alta leyendo el expediente, una vez acabó de leer echó su espalda en la silla, juntó sus dedos y observó a todos.

— Muy bien. ¿Su acusada tiene algo que decir al respecto?— Preguntó el juez al abogado de Emilia, el abogado se puso de pie.

— Mi clienta niega dar el divorcio a la acusadora, exige que la acusadora retire la demanda y lleguen a un acuerdo en dónde no salgan perjudicadas.— Negué con mi cabeza sin poder creer lo que decía el abogado, Emilia estaba loca.— Mi clienta lo exige para no dejar en mal visto a la acusadora.— Fruncí mi ceño viendo a Liam.

— Expliquese, abogado.— Pidió el juez con voz dura.

— Mi clienta no quiere hablar de los malos momentos que la acusadora le hizo pasar. Hablamos de maltrato físico, señor juez.

—¡Objeción!— Habló Liam arreglando su saco, observé a Emilia y ésta solo sonreía, apreté mi mandíbula.

— Objeción aceptada.— Respondió el juez.

— Mi clienta nunca ha maltratado a la acusada.— Habló Liam de manera profesional.— En cambio la acusada ha maltratado a mi cliente físicamente y psicológicamente durante el tiempo que duró su matrimonio. Todo ésto paso antes de que la acusada desapareciera de la vida de mi clienta.— Agregó Liam al juez, el juez observó al abogado de Emilia.

Eviterno || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora