Capítulo 36

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Dime cómo te encuentro si te escurres cómo agua entre mis dedos.

Pov Calle.

Antes de la desaparición.

Las mentiras cubrían verdades.

Las mentiras era un reino de espejos y tú llevabas una máscara que te daban una imagen de que lo que deseabas ver, pero cuándo quitabas ésa máscara, la imágen que veías era totalmente rota, una imagen de asco y falsedad, una imagen que mostraba la realidad de las cosas.

Emilia fingía ser la mujer perfecta, la mujer independiente, la esposa sufrida, la hija abandonada, la mujer amable que se metía entre mi familia con una sonrisa de bondad, alegría y aparente amabilidad, pero ella no era eso, mostraba una máscara que ocultaba la verdad.

Miré al pequeño castaño que dormía plácidamente en la cama de Poché, aún no despertaba y tenía una enorme curiosidad de saber porqué. Me atreví a alzar mi mano y tocar el cabello castaño del pequeño, el niño solo murmuró algo entre sueños y se puso más cómodo.

¿Cómo es que una madre podía negar a su hijo?

La verdad solo una persona sin corazón podría cometer tal acto.

—¿Eres algo de Emilia?— Alcé mi vista y me encontré al hombre que le había sacado la bala de su pierna.

— Es hija de mi padre.— Respondí neutral, el castaño alzó sus cejas.

— No me esperaba que Emilia tuviera una hermana.— Murmuró con asombro.— Soy Wiliam Montecinos.— Me tendió su mano, curvando sus labios en una sonrisa.

— Daniela Calle. ¿Montecinos? ¿Eres familiar de Roy?— Pregunté con duda estrechando su mano.

— Es mi hermano.— Mencionó ladeando la cabeza, asentí con mi cabeza lentamente.

—¿Cómo conociste a Emilia?— Indagué con cautela, mientras veía al que era mi sobrino.

— La conocí hace unos años,— Empezó a relatar acomodándose en la cama, con cuidado de no lastimar su pierna.— En un grupo de apoyo para personas ninfómanas.— Alcé mis cejas viéndolo, Wiliam pasó una mano por su barba.— Emilia es adicta al sexo, por si no lo sabías. No sé si te lo dijo María José, pero fue una razón de su divorcio.— Confesó uniendo un poco las preguntas que le tenía a Poché.

—¿Cómo es qué fueron padres?— Formulé la pregunta, aún en estado de asombro.

— Nos conocimos, nos gustamos, cogimos, fuimos pareja, vivimos juntos.— Soltó Wiliam sin pelos en la lengua.— Emilia se enteró de su embarazo, todo iba bien, pero mis cuentas bancarias no, entonces me abandonó.— Alcé mis cejas sorprendida, entreabiendo mis labios.— Dejó una carta y en ella decía que buscaría a María José, la encontré y con su ayuda pude saber dónde estaba mi hijo, el resto no me toca decirlo.— Finalizó encogiéndose de hombros.

—¿No sabías dónde estaba tu hijo? ¿Entonces Emilia no lo tenía con ella?— Pregunté frunciendo el ceño, Wiliam me observó unos segundos.

— Veo que no eres igual a ella,— Dijo cruzando sus brazos sobre su pecho, torcí los labios.

— Nunca. Y responde la pregunta.— Pedí con seriedad, Wiliam hizo un sonido con su boca.

— No, lo tenía en lugar de mala muerte. Por eso me lo robé y lo traje conmigo.— Respondió Wiliam serio, me pare de la cama procesando toda la información nueva.

Emilia nos estaba viendo la cara a todos, a mi papá, a mi mamá, a mi, hasta la propia María José y era su esposa. Pasé una mano por mi cabello suspirando, todo iba mal. Salí de mi trance al sentir mi teléfono vibrar, era una llamada, rápidamente contesté.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now