Capítulo 44

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Pintaría nuestros momentos en los edificios así no me olvidas.

Pov Narrador Omnisciente.

¿Nuestros traumas afectan nuestro presente y futuro?

Siempre solemos seguir un patrón, un esquema en dónde todo es perfectamente planeado, no existen los errores, ni las frustraciones, ni la derrota, mucho menos existen las lágrimas de desespero en busca de paz.

Es una línea recta que debes seguir, una línea en dónde no puedes darte el lujo de salirte de ella, ni siquiera pensar doblar una esquina, o mirar a tus costados viendo las otras opciones.

No encerramos tanto en seguir la línea recta que, olvidamos ser nosotros mismos.

¿De ahí salían tantas mentes cerradas? ¿Tantas mentes en dónde solo existe lo “normal”? Una mujer mayor había hecho de todo con tal de no salirse de su línea de vida, de no oler y huir del fracaso.

¿Pero que somos los humanos sin el fracaso?

Mafe siempre recordaba a su madre, la mujer que le daba la vida golpeando sus manos con una tabla, repitiendo las palabras: Nunca debes cometer errores. O serás una fracasada.

Con el tiempo los maltratos y golpes aumentaron, hasta que un día Mafe encontró el amor. Germán Calle era perfecto ante sus ojos, su príncipe azul, fue por eso que se casaron y Mafe huyó de las garras de su madre. Sin embargo su matrimonio feliz acabó en la primera infidelidad de Germán.

Aceptó cada mujer diferente en la vida de su esposo, con tal de que su madre no le diera una humeante cucharada de “te lo dije”. Concibió a su hija y fue la razón de que su matrimonio volviera a la normalidad, eran la familia feliz. Germán era el padre perfecto, el esposo perfecto y el hombre perfecto.

Mafe creía que toda su vida sería así, pero cuando se enteró de la otra hija del hombre, su paciencia se agotó y se divorció, aún cuando amaba a su esposo con todas sus fuerzas, a pesar de todo seguía pensando que era su alma gemela.

— Intenté que siguieras la línea Daniela.— Murmuró Mafe con los dientes apretados.

Para Mafe era una meta de vida que su hija se graduará, se casará, tuviera una hermosa familia y sin necesidad de maltratos, quería demostrarle a su madre que su crianza diferente a la de ella daría mejores frutos.

— Pero apareciste María José.— Mafe se levantó de la silla de madera.

Mafe odiaba a María José, aseguraba por su culpa la relación de su hija se había ido al guindo, que por ella Daniela no había aceptado a su padre en casa otra vez. Por María José su familia feliz no se había cumplido.

Su sueño de la familia feliz se destruyó por ella, por la lesbiana.

—¡Ya cállate!— Gritó Mafe apuntando a la mujer con un cuchillo, un sollozo ahogado se escuchó.

¿Qué tan cuerdo tenías que estar para matar a tu madre?

— Hija, por favor... No lo hagas.— Susurraba aquella anciana, Mafe rodó los ojos.

—¡Tú a mí no me dices que hacer! ¡Ya no más, mamá!— Espetaba la mujer con rabia, la anciana lloró tapando su rostro.

—¿Qué hice mal?— Preguntó a su hija, una carcajada tenebrosa se escuchó en aquella casa solitaria.

—¡Todo! ¡Todo lo hiciste mal!— Mafe se acercaba a su madre, poniendo la punta del cuchillo en su cuello.—¿Acaso se te olvidó cuándo me golpeabas al sacar mala calificación en el examen? ¿Acaso se te olvidó cuándo me cacheteabas y decías fracasada?— A la rubia se le acumulaban las lágrimas en los ojos.

Eviterno || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora