🌑 Capítulo 1 🌑

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Estuve una semana más en el hospital antes de poder incorporarme oficialmente

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Estuve una semana más en el hospital antes de poder incorporarme oficialmente. Hasta el último minuto todavía confiaba en la idea de que tarde o temprano iba a despertarme en mi cama, mientras mi mamá corría por toda la casa para no llegar tarde al trabajo. No obstante, con cada día que pasaba, la esperanza se sentía más lejana.

La clínica quedaba a solo pasos de la verdadera Academia. Debo reconocer que la infraestructura del lugar estaba muy bien pensada, era perfecta para mantener a cualquier extraño alejado. Un enorme terreno en medio de la nada, rodeado por un espeso bosque, bastó un simple vistazo para darme cuenta de que nos encontrábamos en medio de lo que podía ser el Amazonas.

El área de salud era el único edificio medianamente moderno en el lugar, parecía un auténtico hospital del siglo pasado, lo que lo convertía en la enfermería escolar mejor equipada que haya conocido.

El resto de los edificios, era otro asunto; en cuanto salí, lo primero que llamó mi atención fue una enorme mansión gótica, capaz de causar escalofríos con apenas un vistazo. Ahí se impartían las clases.

La mujer del hospital, quien ahora sabía que respondía al nombre de Eva Rowell se encargó de darme un recorrido por el lugar, mientras iba informándome de las normas que debería seguir durante el tiempo que permaneciera encerrada. Un punto a destacar es que su actitud cambió drásticamente desde el momento en que acepté matricularme en este extraño colegio, ahora se mostraba como una persona amable, muy cooperativa y extrañamente comprensiva. Ella iba a hacerse cargo de mi durante el tiempo que durara mi estadía, como una tutora, a quien debía comunicar mis inquietudes y necesidades.

Recuerdo que ese mismo día entró a buscar mi respuesta, se paró frente a mí en una pose hostil, y esperó a que le dijera lo que esperaba. Luego de recibir mi afirmación, una sonrisa afloró en sus labios y como si fuese una persona totalmente diferente, me abrazó y me aseguró que ella iba a encargarse de todo mientras yo me recuperaba. Fue de lo más extraño. Incluso, luego de un par de días, regresó con los papeles correspondientes y me encontró llorando en la habitación, se sentó a mi lado e intentó consolarme.

Ahora, caminaba a paso seguro y vivaz por los pasillos, sus tacones golpeaban el suelo tan fuerte que en algún momento temí que éste se partiera bajo sus pies. Ese andar tan llamativo captaba la atención de los estudiantes que se encontraban alrededor, quienes no podían evitar dirigirnos la mirada, haciéndome sentir incomoda. Ahora todos sabían que yo era la nueva alumna del lugar, y no estaba segura si ero era lo que deseaba en una escuela llena de monstruos.

El recorrido comenzó en el enorme campus, una enorme parcela que rodeaba al edificio anteriormente descrito, era el digno jardín de un gigante. Aquí recibí la primera regla de oro.

—Escúchame bien para que no tengas problemas después —dijo Eva—. Esta Academia recibe a dos clases de alumnos con necesidades diferentes. Primero están los hijos de la Hermandad, un grupo de familias que durante décadas han unido fuerzas para mantener en pie esta institución, sus descendientes han pasado por nuestras aulas y se han instalado en el ala Este de la Academia. Luego, están las personas como tú que se han incorporado por la fuerza a este mundo, se encuentran confundidos y son inestables, por lo tanto deben permanecer del lado Oeste. ¿Te queda claro?

SelenofobiaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora