🌑 Capítulo 34 🌑

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La semana llegó a su fin, era el último día de una agotadora rutina. Mis ojos dolían luego de tantas horas de sueño que tenía adeudadas, pero a la vez, una sensación reconfortable me invadía. Aún no tenía el resultado de todas las evaluaciones, pero las calificaciones que llevaba hasta el momento eran las más decentes que había tenido en toda mi vida escolar, por lo que tenía fe en el resto.

Mi día viernes iba a cerrar con el entrenamiento con Shiomara, y aunque sentía mi cuerpo frágil producto del cansancio, mi ánimo me mantenía en pie.

-Lo dejaremos hasta aquí por hoy -anunció Shiomara.

No tenía reloj ni tampoco sabía qué hora era, pero podía estar segura de que no llevábamos ni siquiera la mitad de la clase.

-Pero... -Intenté reclamar, pero no sabía qué decir exactamente.

-Estás cansada -Me interrumpió-, has tenido una larga semana. Y, además, alguien te está esperando.

Me giré en la dirección que la mirada de Shiomara apuntaba, para encontrarme con Angus sentado en las gradas, esperando que mi práctica terminara.

Una sonrisa apareció en mi rostro, fue una reacción involuntaria, que me apresuré en corregir.

Di un par de pasos, acercándome a las gradas, intentando mantener la seriedad en mi rostro, aunque en el fondo estaba feliz de verlo después de una dura semana. Me estaba esforzando, y Angus era uno de los motivos.

-Mackenzie -llamó Shiomara, haciendo que volteara a verla-. Como tu entrenadora es mi deber advertirte que tengas cuidado... Pero también voy a pedirte que cuides de Angus.

No pude ocultar mi sorpresa al escuchar su petición, intenté hablar, pero cuando caí en su mirada me quedé sin palabras. Sus pupilas escondían algo, entre la tristeza y la súplica, jamás me habría esperado algo así de Shiomara, se había salido totalmente de su perfil, su actuar no se ajustaba en nada a la persona que yo creía conocer.

Tartamudeé un poco, pero antes de poder decir algo coherente, ella se giró sobre sus talones y emprendió camino en la dirección opuesta, dándome la espalda y demostrando que no iba a añadir nada más. Había levantado nuevamente su pared para que nadie viera sus verdaderos sentimientos.

Era trágico y sin querer me sentí conmovida, aún no comprendía a qué se estaba refiriendo, pero el dolor en sus ojos fue suficiente.

-Espe...

No alcancé a terminar la frase cuando mis piernas perdieron fuerza y me dejaron caer al suelo.

Fue demasiado repentino, ni siquiera pude darme cuenta que algo andaba mal dentro de mí. Solo caí y un horrible dolor me invadió desde mis entrañas.

Quise gritar y lo hice, hasta que perdí la voz y mi aliento no me permitió continuar, me quedé en silencio soportando el dolor.

Vi que Shiomara había emprendido camino de regreso y ahora estaba junto a mí, Angus también nos había alcanzado, aunque no era capaz de entender lo que decían. Lentamente, mi cerebro se fue desconectando, al punto que en algún momento dejé de pensar.

Comencé a perder la conciencia, pero no caí en la desesperación, era incapaz de hacerlo, mi cerebro ya estaba lejos, de modo que no pude preocuparme. Solo estaba feliz. Feliz porque el dolor desaparecía a medida que yo me iba, ajena a la realidad, alejada de todo, de la cancha, de la Academia, del mundo en si.

Hasta que solo fuimos la oscuridad y yo.

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SelenofobiaWhere stories live. Discover now