🌑 Capítulo 7 🌑

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Fui con Abigail hasta el panel y escogí cualquier anuncio que me llevara al ala contraria, sin siquiera fijarme en el nombre de quien lo requería. No me importaba hacer una tarea de matemáticas o limpiar un baño a esas alturas, solo quería llegar al otro lado sin que nadie me llamara la atención.

Eva se había mostrado muy feliz con mi petición, pues creyó que por fin comenzaba a aceptar a la academia y todas sus reglas, tramitó mi solicitud en menos de un día y a la mañana siguiente ya podía comenzar.

Todo iba a la perfección, hasta que descubrí quién iba a ser mi empleadora. Y es que, de todos los trabajos posibles, fui a caer en manos de Sophia, era una especie de castigo por mis malas intenciones.

—No puedo creer que tú misma te hayas dejado caer en mis garras —sonrió con cizaña. Algo en su tono me decía que hoy iba a pasarla muy mal por su culpa.

El cuarto de Sophia era exactamente lo que podías esperar de una persona de su clase, si es que se puede catalogar así. Era notablemente más grande que el mío y no tenía que compartirlo con nadie. Las paredes eran blancas, cubiertas de fotografías de ella y según supuse, su familia y amigos, un gran espejo, perfumes caros, maquillaje y unos cuantos libros. Mi situación económica jamás me habría permitido comprar ni siquiera la mitad de la habitación.

—El fin de semana fui a ver a mis padres —explicó Sophia, enseñándome una gran maleta en la esquina de la habitación—. Necesito que vayas a la lavandería y traigas toda mi ropa lavada, seca y planchada, para que luego la guardes —indicó el lugar donde se encontraba su clóset, el cual tenía más espacio que el de Aby y mío, juntos.

No hice ningún comentario al respecto, solo quería terminar pronto con mi labor para poder ejecutar mi plan sin problemas.

Era curioso que la Academia contara con tantas comodidades, era como una pequeña ciudad en medio de la nada, con todo lo necesario para subsistir durante largos periodos. La comparación con una cárcel de alta seguridad me era inevitable.

—Supongo que sabes lavar la ropa delicada —comentó Sophia, sabía que mi sumisión la estaba tomando por sorpresa.

—Pues claro, no soy tan dependiente del resto —respondí, dándole a entender mi postura frente a este sistema.

La joven loba sonrió con maldad.

—Eso te vuelve eficiente —dijo—. Felicidades. Si haces bien tu trabajo consideraré contratarte más seguido. Tienes una gran boca y ni un solo centavo.

Sophia avisó que llegaría pasadas las seis de la tarde, tenía hasta entonces para terminar mi labor.

En cierta manera me esperaba algo mucho más cruel, como hacerme limpiar su baño con mi cepillo de dientes, pero me había dado una tarea sencilla, sin maldad, y que podía completar, dejándome tiempo de sobra para poder dedicarme a lo que realmente me importaba.

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