🌑 Capítulo 15 🌑

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Narra Abigail

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Narra Abigail


Mackenzie estaba recibiendo una paliza de esas que no ves dos veces en la vida. Cedric la superaba en todos los sentidos, era mucho más fuerte, veloz, peligroso y lo peor de todo era que el muy maldito era demasiado guapo.

Ahí estaba, el hombre de mis sueños atacando a mi amiga, por más que me esforzara en negarlo, estaban frente a mí, lo estaba viendo con mis propios ojos y era horrible.

Apreté los puños con fuerza, clavando mis propias uñas en mi piel. Kenzie ya me había advertido la clase de persona que era, para empezar era sospechoso de haberla convertido, pero cómo podía haber hecho caso si llevaba mirándolo a lo lejos desde mucho antes que ella llegara.

—Aby, tu labio sangra —dijo Hannah con horror.

Solté mi mandíbula y me di cuenta que había estado mordiéndome debido a la impotencia.

Ella me entregó un pañuelo de los que traíamos en el botiquin de primeros auxilios.

—¡Malas noticias! —gritó Daniel.

Venía corriendo y se veía cansado, apoyó sus manos en sus rodillas e intentó recuperar el aliento para continuar hablando.

—Los maestros han decidido no intervenir, han dictaminado que es una asunto interno del clan y no les corresponde entrometerce —dijo entre jadeos.

—¿¡Qué!? —exclamó Hannah sin poder creérselo—. ¿Y qué hacemos?

Escuché a la multitud vitorear y no fue necesario voltear a mirar para saber que Mackenzie acababa de recibir un golpe contundente.

—¿Y su tutora? —preguntó Eddie.

—Eva no va a intervenir, prefiere cuidar su trabajo —explicó Daniel.

Miré en dirección al campo de batalla, el rostro de Mackenzie estaba irreconocible, apenas sí podía mantenerse de pie y no le quedaban muchas energías para continuar.

—¡Va a matarla! —grité.

—¡Hay que hacer algo! —dijo Hannah.

Vi que Eddie se adelantaba y hablaba con el moderador de la pelea, discutieron un rato hasta que ambos parecieron conformes.

Regresó donde nos encontrábamos, al parecer había conseguido algo, pero la preocupación no se desvanecía de su rostro.

—Podemos darle agua y limpiar sus heridas antes del segundo asalto —anunció.

—¿Segundo asalto? ¿¡Qué mierda tienen en la cabeza!? —chilló la mujer jaguar.

Como sea, no había tiempo para ponerse a discutir, corrimos donde Kenzie, quien se encontraba medió moribunda, descansando en el suelo.

SelenofobiaWhere stories live. Discover now