Creí que iba a morir, sentí las lágrimas acumularse en mis ojos, pero no quería llorar, no iba a darle ese gusto, pues aún tenía un orgullo que mantener.
Cada pequeña parte de mi cuerpo dolía como el infierno, y de alguna curiosa manera me daba esperanza saber que todavía no había atravesado el umbral máximo de dolor si aun sentía algo era porque todo podía ponerse peor. Era un consuelo patético.
Tal vez lo peor no era saber que podía morir aquí, lo que no soportaba era ver sus enormes dientes de lobo, esos colmillos que me habían encerrado en este lugar, la mandíbula que me atemorizada cada noche y que ahora la veía nuevamente, cubierta por mi sangre. Era revivir el trauma y lo soportaba.
Mi cabeza daba vueltas y mi vista ya no podía enfocar correctamente. Me preparé psicológicamente para perder la conciencia.
Al principio quise que mi último pensamiento fuese algo noble, pero luego me di cuenta que en vez de recordar a mi madre o agradecer a quienes me apoyaron estos días, prefería decir una frase que atormentara a Cedric por el resto de su vida, que mis palabras finales lo siguieran, como un fantasma incapaz de encontrar la paz por su culpa.
Si llegaba a convertirme en un alma en pena juré venir a visitarlo cada noche hasta que él mismo decidiera quitarse la vida.
Estaba tan concentrada haciendo planes para cuando pasara a mejor vida, que no me percaté que en la realidad ya no estaba siendo atacada.
Escuché gritos en el público y esta vez no se debían a que mi cuerpo había volado por los aires, aterrizando en forma dolorosa.
Levanté la mirada e intenté dilucidar lo que estaba pasando, todo estaba nublado y confuso, pero logré distinguir una nueva figura en el terreno que se había interpuesto entre mi atacante y yo.
Puse mis manos en la tierra y me moví utilizando mis brazos como apoyo. Era difícil considerando lo débil que estaba, pero necesitaba obtener una mejor panorámica de lo que pasaba.
Era un lobo enorme, aun de espaldas era capaz de causarme escalofríos, sin embargo a la vez era hermoso, de esa belleza salvaje y peligrosa que sólo poseen algunos animales. Lo que más me llamó la atención fue su pelaje, era de un color rojo granate que resplandecía bajo la luz de la luna.
Cedric le saltó encima, y él respondió, dando origen a una lucha de grandes proporciones. Solo era capaz de diferenciar sus cuerpos gracias a la diferencia de sus pieles, sin embargo ambos eran muy rápidos y se movían vertiginosamente el uno contra el otro, se lanzaban con sus peligrosas garras y sus potentes mandíbulas, a sólo pasos de donde me encontraba. Escuchaba sus gruñidos, estaban furiosos.
Los latidos de mi corazón se aceleraron, pero mi cuerpo estaba en cero, absolutamente congelado, ni siquiera era capaz de aprovechar la oportunidad para escapar, solo podía pensar que habían dos bestias batiéndose a duelo frente a mí y su batalla era épica.
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Selenofobia
FantasyLa Academia Louksna podría ser una escuela como muchas si no fuese por el hecho de que se trata de una institución de élite, a la que sólo se puede ingresar obteniendo una beca especial. Luego del día más tráumatico de su vida, Mackenzie despierta...