🌑 Capítulo 14 🌑

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Los cuchicheos se hicieron cada vez más fuertes hasta que se hizo necesario gritar para entenderse unos a otros

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Los cuchicheos se hicieron cada vez más fuertes hasta que se hizo necesario gritar para entenderse unos a otros. Todo tipo de reacciones de reacciones se hicieron presentes, algunos sonreían de emoción, otros temblaban de miedo, con sus ojos amenazando con salirse de sus cuencas en cualquier momento.

Mi estómago inició el proceso de congelamiento al sentir la presencia de Cedric cada vez más cerca. Era inevitable y tormentoso. Ya era un hecho que jamás me acostumbraría.

El mayor de los Limerick venía acompañado de otros tres jóvenes, cada uno más alto que el anterior, y cuyas cabezas competían por tener el cabello más negro posible.

Vi a Hannah separarse de su grupo y correr hasta nosotros, lo mismo hizo Eddie. Ambos sabían que íbamos a necesitar todo el apoyo posible.

La tropa de recién llegados continuó avanzando como si una alfombra roja se extendiera frente a ellos, nadie se les acercaba, muy por el contrario, la gente se hacía a un lado para abrirles el camino.

—Veo que están trabajando duro —comentó Cedric con naturalidad.

—Así es, debemos prepararnos para el torneo de aniversario —respondió Daniel con la misma actitud casual.

Cedric hizo un gesto se suficiencia que me cayó como patada en el estómago, y no sólo fue él, sus acompañantes tenían la misma expresión de burla hacia nosotros.

—Me gustaría hacer un juego amistoso antes, una pequeña pelea —sugirió—. Puede ser una buena oportunidad para medirnos como oponentes.

—Por mi está bien, hablaré con los muchachos y fijaremos un día.

—Me complace verte entusiasmado. En ese caso, podemos ponerle más emoción y apostar algo, ¿qué les parece?

Vi que la dirección de su mirada cambió en mi dirección, de pie, un paso atrás de Daniel. Su actitud no me gustó para nada. Ya me lo temía, Cedric Limerick no era la clase de persona que se aparecía sin un malévolo plan entre manos, y por regla general, todas sus artimañas iban en mi contra.

—¿Y qué quieres apostar? —Daniel seguía dirigiéndose a él amistosamente, no obstante noté en su voz que comenzaba a desconfiar de sus intenciones.

—El poder de la Piedra Blanca —respondió, sacando mi colgante de su bolsillo y enseñándolo.

El capitán del equipo le devolvió una mirada llena de confusión y dejó escapar un sonoro suspiro.

No sé a qué se refería con la palabra «poder», pero me era irrelevante en esos momentos en que la ira y el odio lentamente se apoderaban de mis cordura, como ya era de rutina.

—No podemos apostar algo que no nos pertenece. Lo lamento —dijo Daniel.

Apreté mis puños e intenté contener cualquier impulso que me llevara a agredir a la persona que estaba frente a mí. Cedric no venía a desafiar al equipo de fútbol, quería provocarme y lo estaba logrando.

SelenofobiaWhere stories live. Discover now