🌑Capítulo 45 🌑

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Encarar a Hannah no fue cosa fácil.  Se mostraba igual de alegre y enérgica como todos los días, pero siempre que intentábamos hablar sobre lo ocurrido con el director, se volvía evasiva, e incluso se enojaba.

Algunos días eran más fastidioso que otros, me sacaba de mis casillas y no me dejaba decirle todo lo que tenía guardado.

Finalmente me rendí, y el tema quedó ahí, convirtiéndose en lo que calificaría como una herida en nuestra amistad. Pero estoy segura que Hannah entendía a la perfección nuestros gestos tácitos, por lo que de alguna manera, nos dimos a entender.

Eva llegó con los vestidos de Aby y míos poco tiempo después, para la prueba oficial.

Aby parecía una princesa luciendo su bellísimo atuendo verde.  Mientras que yo me sentía sumamente extraña desfilando frente al espejo, a pesar de los aplausos de mi público.

La amabilidad de la madre de Soulen me parecía sospechosa. Conocía a su hija, y podía dar fe de su buen corazón, pero no podía decir lo mismo de Cedric, lo que me impedía concluir que la buena voluntad de la gran loba era pura filantropía y solidaridad.

Todavía habían muchos secretos escondidos, pero a partir de la conversación con Angus y utilizando la información que yo misma obtuve por otros medios,  podía armar un panorama general de la situación.

Sonia Limerick era la mujer fuerte en una tribu de lobos, algo así como la primera dama de los licántropos.  Era la madre de dos hijos y había debido aceptar criar a un tercero, por culpa de la infidelidad de su esposo, lo que no debió ser muy agradable para ella.  Cabe mencionar que este nuevo hijo había sido alimentando con el poder de la Lágrima capaz de crear.

Y ahora entraba un nuevo peón a su tablero de ajedrez, aunque a decir verdad yo era más bien una torre. 

Intentaba ponerme en su lugar y lo único que lograba ver era a una chica desconocida, con el poder de la Lágrima de anular, a quien su hijo de esfuerza en destrozar, y sin embargo, ella le obsequia ropa nueva para que asista al baile de aniversario. 

O mi lógica estaba fallando o había algo extraño en todo esto.

Y me decantaba por la segunda opción, aún sin saber si Sonia Limerick estaba al tanto de la relación de padres con Angus.

Pude ver a mis ojos abrirse frente al espejo al caer en cuenta de un pequeño detalle en el cual no había reparado con anterioridad.

Siguiendo lo que Angus y Finn me habían dicho, era probable que toda esta Academia, o al menos gran parte de los directivos, estuviesen al tanto de mi conexión con la Lágrima de la Luna, pero se esforzaron en actuar como si no hubiese nada raro en mí. 

¿Cuál era el punto de las clases con Shiomara? ¿Sabían desde un principio que la Lágrima me afectaba? No podía entenderlo.

Me giré sobre mis talones, dejando que mi mirada cayera en Eva, quién me devolvió una enorme sonrisa, dibujada en sus labios rojo pasión. 

Estaba a punto de interrogarla cuando recordé el día en que caí hospitalizada, producto del repentino dolor después del entrenamiento. Shiomara me había ido a visitar al hospital para decirme que tenía una teoría, que acabó siendo cierta. 

Era extraño que Shiomara presentara la verdad como una simple hipótesis suya, siendo que fue contratada para ayudarme a lidiar con el poder de anular.

—Te queda divino —dijo Eva, poniéndose de pie y caminando en mi dirección.

Asentí dubitativa.

Era incómodo vestir de caridad, sin saber el fin que perseguía Sonia Limerick.

Eva revoloteó a mi alrededor, incapaz de contener su orgullo.   Debía admitir que si dejaba a un lado mis sospechas, bestaría disfrutando el momento, pues el vestido me calzaba a la perfección y me hacía ver hermosa.

Lo único que no venía de regalo eran los zapatos, que yo misma había encargado utilizando mis ahorros, en un intento por sentirme digna, así no tendría que reconocer que todo me fue regalado, aunque me costara admitir que el dinero en su mayoría lo había obtenido trabajando para Sophia.

Era curioso darme cuenta que en circunstancias "normales", estaría disfrutando cada segundo, incluyendo el vestido, los zapatos, la fiesta, la expectación y todo lo demás. 

No era necesario recordarme que la Academia Louksna era una institución de élite, reconocida mundialmente por su calidad educativa y su prestigio, y yo estaba aquí becada.  Cualquiera me tacharía de mal agradecida, cuántos jóvenes en el mundo ni siquiera tenían la oportunidad de aprender a leer y escribir.

Eva se retiró, estaba evidentemente feliz, conforme, todo parecía ir en orden, desde su punto de vista.

Por otro lado, Aby se quitó su vestido y se apresuró en ponerse ropa cómoda, tenía trabajo que hacer esta tarde y la felicidad de nuestra tutora era tan frágil que podía desmoronarse tan pronto infringiéramos una norma o incumpliésemos alguna obligación.

Esperé a que se fuera para colgar mis vestidos en el pequeño closet, cuidando que no se arrugaran.  Era excesivamente lujosos comparados con mi uniforme y mi ropa barata.

Me tiré en la cama, y  dejé que mi cabeza fuese dominada por mis reflexiones.

Nunca me había interesado por investigar las escuelas más prestigiosas del mundo, pero los rumores vuelan y el nombre de Louksna estaba en mi repertorio conocido.  Aún así, jamás había escuchado a nadie hablar de su plan académico, sus asignaturas ni qué lo hacía tan especial, solo tenía su fama, y si lo pensaba bien; tenía sentido, nadie revelaría un programa tan discriminator e injusto a la sociedad, permanecía guardado en el más completo hermetismo.

Pero si lo pensaba aún mejor, la vida suele ser así, siempre hay alguien por encima del otro, diferencias que son inexplicables, discriminaciones e injusticias difíciles de justificar.  Si dejaba a a un lado todo el asunto de los hombres lobos y el resto de la fauna humana, Louksna era una pequeña sociedad, replicando los mismos parámetros, donde hay una clase alta y un proletariado.

Desde ese punto de vista, probablemente hubiese tenido el mismo problema social tanto dentro como fuera de la Academia, aunque tampoco había tenido derecho a escoger.

Podía ver mi futuro, llevaba suficiente tiempo como para entenderlo.  Iba a estudiar, me iban a obligar si así fuese necesario, hasta que estar al nivel exigido, luego me enviarían a alguna universidad y continuarían preparándome.  Sería una profesional, tendría título, pero jamás dejaría de ser un engranaje en su sociedad.  Me darían todo, incluso me forzarían a alcanzar sus parámetros, ellos fijarían mi meta, y yo continuaría atrapada, trabajando para ellos, sirviéndoles, sin otra alternativa.

Tal vez si yo fuera un poco menos rebelde lo aceptaría, o incluso más conformista, pero actualmente, la idea era incompatible con mi personalidad.

Como sea, aun había algo en mí que gritaba libertad, una llama que crecía con el paso de los días y que no iban a poder apagar tan fácilmente.  Esta Academia estaba a punto de conocer el huracán Mackenzie.

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