🌑Capítulo 43 🌑

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Hannah

No era necesario que me dijeran directamente lo que ocurría, yo misma podía intuirlo a partir de las expresiones que me rodeaban, las respuestas toscas, las miradas molestas y el afán de hablarme como si hubiese cometido un pecado capital.

Pero no estaba arrepentida, en absoluto, mi alma estaba en paz, me habría sentido mucho más inquieta si no hubiese hecho lo correcto.

Con todo, me dolía que las personas que yo solía llamar «amigos», no fuesen capaces de entender mi punto de vista.  Tal vez era egoísta pedirles que me comprendieran, cuando yo era incapaz de entender su perspectiva.  Pero simplemente no podía, no estaba dispuesta a permitir que me arrastraran a un plan del cual estaba totalmente en contra, y lo más importante, no iba a permitir que destruyeran este nuevo mundo en el que había encontrado aceptación.

—Señorita Donahue —La mención de mi apellido me sacó de mis cavilaciones.

—¿Si, profesor? —respondí con duda.

—¿Podría decirnos la respuesta a la pregunta cinco?

Miré mi libro y busqué la pregunta a la que se refería el maestro, sin embargo las letras flotaron en el aire, siendo incapaz de descifrar su significado.

Negué con la cabeza, llevándome una mirada de decepción de parte del profesor Bücher.

—Preste atención —ordenó.

Sin embargo, como si el destino se hubiese puesto a mi favor, en cuanto el docente se giró sobre sus talones, por esa costumbre que tenía de pasearse por el pasillo, se topó con el reloj de la pared, indicando que su clase había terminado.

No dijo nada, en su lugar, avanzó a su escritorio y recogió sus pertenencias.  Los alumnos presentes seguimos su ejemplo, hasta que levantó la cabeza, con una expresión de reproche marcando su rostro, que provocó que todos nos congeláramos en el acto.

Esperamos a que abandonara el aula y acabamos de guardar nuestros materiales para dirigirnos a la siguiente asignatura, a la que por cierto, íbamos tarde, gracias a él.

En cuanto crucé el umbral de la puerta, me di cuenta que frente a mí se encontraba la última persona que pensé que podía interpelarme. 

Intenté evitarla y pasar por su lado, mis genes de jaguar me hacían más ágil que Aby, pero aún así, la masa de gente que había en los pasillos se cruzaba en mi camino, demorando mi avanzaré y permitiendo que ella me interceptara con éxito.

—Tengo clases —espeté.

—Yo también —contestó, como si fuese el mejor argumento del mundo, y en cierta medida, lo era.

Aby iba un año más abajo, pero era la persona más responsable y estudiosa que conocía, por lo que saltarse una clase le dolí mucho más a ella que a mí.

Suspiré pesadamente en señal de rendición, esperando que soltara todo lo que tenía que decir. 

Era una muchacha tierna, que evitaba los conflictos y siempre estaba dispuesta a ayudar, lo que en cierta manera hizo que me tomara a la ligera el enojo que veía en su mirada.

SelenofobiaWhere stories live. Discover now