Tenía dos opciones, según lo que había visto en las películas. Mi compañera era insoportable, o un encanto de persona.
A decir verdad, podría haber una tercera, y era la indiferencia. No obstante, me parecía improbable que se diera, dadas las circunstancias.
En cuanto la conocí, me di cuenta que era la opción número dos. Se trataba de una chica muy dulce y cariñosa. Su nombre era Abigail y teníamos algo en común, ambas habíamos vivido una experiencia que cualquier psicólogo calificaría como traumática.
Aby tampoco llevaba mucho tiempo aquí, apenas se había unido a mediados del año pasado, por lo que también se encontraba en periodo de adaptación.
Hablamos durante toda la tarde, me contó su experiencia y también me confesó que se había puesto muy nerviosa cuando supo que traerían a una chica nueva a su cuarto, no quería llevarse mal con su compañera de habitación pues eso habría vuelto su estancia insoportable, la comprendí al instante pues yo había pensado algo similar.
Luego de unas horas alguien golpeó la puerta, pensé que podía ser Eva, pero resultó ser una chica de nuestra edad, sosteniendo un paquete de papas fritas y una botella de gaseosa.
—¿Qué haces aquí, Hannah? —preguntó Aby sorprendida.
La joven, identificada como Hannah, entró a la habitación con una radiante sonrisa.
—Vine a conocer a tu compañera de cuarto, y traje esto para darle la bienvenida.
—¿Y cómo conseguiste eso? —continuó interrogando Aby con preocupación, haciéndome recordar lo que había dicho Eva sobre los trabajos del panel.
—Menos preguntas y más disfrute —sonrió Hannah y dirigiéndose a mí, agregó—. Mi nombre es Hannah Donahue, llevo un año aquí encerrada, un placer conocerte.
—Mackenzie Lovelace, un día técnicamente —respondí.
Nos acomodamos en la cama de Abigail y abrimos lo que la recién llegada acababa de traer. No teníamos vasos en la habitación, pero a ninguna le molestó tomar de la botella, tampoco platos.
—Probablemente Aby ya te contó sobre los maestros y las clases —dijo Hannah—. Pero yo vengo a hablarte de lo realmente importante: los chicos.
Aby la miró con horror y yo no pude evitar largarme a reír. Esta mujer sabía cómo ganarse mi corazón.
—Ya sabrás que hay dos clases de estudiantes en la academia —comenzó a explicar—, los de allá y los de acá. Y los de allá son, en simples palabras, un manjar.
—¡Hannah! —exclamó Aby.
—¿Qué? Es mejor avisarle, no vaya a ser que se olvide maquillarse antes del almuerzo. Es la única hora donde estamos todos.
—Ya sabes que todo eso es ilusorio, se debe al efecto de la mordida.
—Nada de eso, Aby, sé reconocer un bombón cuando lo veo —replicó Hannah, me miró y concluyó—. Ya los verás, Kenzie y sabrás de qué te hablo.
YOU ARE READING
Selenofobia
FantasyLa Academia Louksna podría ser una escuela como muchas si no fuese por el hecho de que se trata de una institución de élite, a la que sólo se puede ingresar obteniendo una beca especial. Luego del día más tráumatico de su vida, Mackenzie despierta...