🌑Capítulo 10 🌑

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Marcia curó mi herida, haciendo caso omiso a los reclamos de Eva, quien no dudaba en repetir una y otra vez lo problemática que le resultaba.

Ahora, con mi herida sana, ya sabía cómo iba a proceder. No estaba dispuesta a tolerar situaciones similares en el futuro. Nunca nadie me había maltratado de esta manera y se había vuelto insoportable. Cedric fue la gota que rebalsó el vaso.

Hace unos días atrás mi plan de fuga se arruinó porque fui demasiado obvia, no analicé mis probabilidades ni evalué los alrededores, me dejé atrapar por mis descuidos. Esta vez sería diferente.

Ya conocía la Academia, sus reglas, la distribución de los tiempos, sus alumnos y todos aquellos importantes detalles que debía tener en consideración para un escape exitoso.

Quise informarle al menos a mi compañera de cuarto que esta sería la última noche que pasaríamos juntas, aunque ninguna quiso caer en dramáticas despedidas. Aby me miraba como si estuviese a punto de cometer una gran locura, pero no dijo nada, ni siquiera intentó detenerme, solo me dejó ser. 

No empaqué mis cosas, no quería llevar nada que pudiera recordarme esta escuela o que me hiciese reconocible en caso que alguien me encontrara. Aunque, para mi mala suerte, la poca ropa que me pertenecía tenía la estúpida insignia de la institución.  Abigail se percató de mi problema y sacó algo de su armario. 

—No es necesario que me las devuelvas —dijo.

Le agradecí infinitamente y abandoné la habitación.

Ni una sola luz se asomaba por los corredores, ni una ventana o una lampara,  y para mi suerte, no se veía ni una sola persona pasando por ahí.

Nosotros no teníamos guardias, a diferencia de nuestros vecinos, que sí contaban con un sistema de seguridad para evitar intrusos.   La discriminación y falta de recursos jugaba a mi favor.

Llegué al patio principal, ocultándose entre las sombras y evitando las ventanas para no ser descubierta. La alegría de saber que pronto sería libre no cabía dentro de mi, no obstante los intentos por contener mi propia euforia. No podía dejar que mis emociones tomaran el control y por un descuido de niña apresurada me descubrieran. Debía permanecer seria y decidida, mientras no estuviese fuera no iba a disfrutar de la victoria.

Me moví con cautela entre las columnas que sostenían el edificio que daba a la intemperie, a estas horas no debía haber nadie en las oficinas, por lo que no debía preocuparme por los directivos.

Escuché voces no muy distantes, al tiempo que el olor a madera quemada me alcanzaba, anunciando que no estaba sola.

Encontré su origen no muy lejos, pero evité acercarme para no ser descubierta, se trataba de un grupo de jóvenes, habían hecho una fogata y conversaban junto al fuego.  La extraña sensación en mi estómago me informó que pertenecían al sector VIP de la Academia.

—¿Qué haces? —Escuché una voz a mis espaldas.

Emití un leve grito, al tiempo que me giraba para enfrentar a la persona que me había descubierto.

—Eso a ti no te importa —respondí con frialdad.

—Si no me importara no habría preguntado —repuso Angus—. Por otro lado, si no me das una buena explicación probablemente quiera ir y acusarte. Estarías en graves problemas.

Mi boca cayó al suelo al escuchar su amenaza.

—¡Lo sabía! —grité—. Eres igual al estúpido de tu hermano, maldito extorsionista.  Lo que yo haga o deje de hacer no es tu problema, así que déjame en paz.

SelenofobiaWhere stories live. Discover now