39. Muerte en la escalera-Maratón 2/8

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Una infinidad de voces amordazan la noche y el sonido constante de pies contra el pavimento helado me hacía estremecer de horror. 

Mi rostro estaba cubierto por completo, no lograba ni distinguir rayos de luz, pero si aromas que me daban a entender que estaba cerca de una fábrica. Volvía a estar a oscuras, con manos cubrir todos mis movimientos.

-Deberás cooperar con nosotros-dice Joseph cerca de mi oído.

Doy una ligera patada de diversión y un gruñido al estar con un trozo de tela cubriendo mi boca.

No lo haría. Era más que obvio, no podía hacerlo, debía haber una mejor solución. 

Ser un maestro atribuía a castigos. Cuando me pongo a pensar, recuerdo vagamente que en la sociedad a los que eran castigados se les llevaba a hacer su trabajo. Los dejaban con unos siete estudiantes y les debía hacer lo mejor que podía, ya que si uno solo de ellos moría o perdía una misión, las consecuencias lo tomaba el maestro. Y habían tres opciones que podía escoger para ti: La primera era una serie de castigos impulsados por el arte medieval, el segundo consistía en otra técnica similar que destruirían tu cerebro...una muerte lenta y casi siempre no lo hacías; vivías, pero eso te dejaba huellas de por vida. Y la tercera, era una muerte más rápida que lo acostumbrado. Un tiro en el estómago y esperaban pacientemente a que tus ácidos gástricos terminaran por matarte. Era el más apropiado si me dieran a elegir.

-Quítale esa cosa de la cara-dijo cortante James-. Necesitamos que vea lo mejor.

En segundos, la bolsa de mi cara desapareció por completo y mis ojos trataron de adaptarse al entorno.

Parpadeo un sin fin de veces hasta que unas cuantas lágrimas salen desprevenidas al sentir los ojos ligeramente secos. Mis manos estaban atadas tras mi espalda y tenía a dos personas sujetándome de los brazos. No podía moverme y más si mi único sustento de saber que no había muerto eran mis piernas, ellas comenzaron a tropezar.

Poco a poco distingo metal. Mucho metal. Un lugar cubierto por paredes metálicas con rayos dorados me hacían confundir más de lo que ya estaba. Miro a mis lados y distingo, a más de Joseph y James, que cuatro guardias más nos estaban escoltando.

-Deben tenerme mucho miedo como para estar con más agentes-comento balbuceante. No sé como, pero con aquel trozo de tela logré articular esa oración, pero era obvio que ya no podría.

-Precaución-ríe Joseph.

-Joder, este lugar es una miseria-habla James con un agotamiento repentino.

Sin saber de que habla, miro hacia el frente y distingo un largo pasillo sin luces que lo alumbren.

-¿Es realmente necesario esto?-pregunta uno de los oficiales.

-Sí-responde cortante James.

¿De qué hablaban? ¿Qué debería ver? ¿Qué?

-Nunca pensé que estaríamos aquí, teniendo en cuenta que ya hay personas en este sector-sigue James con su ceño fruncido al máximo-. Es cansado hacer el trabajo de los otros.

Callé y me dejé llevar por sus pasos hacia el interior del largo y oscuro pasillo; el único sonido que se reconocía era el eco infinito causado por nuestras propias pisadas. No se podía ver nada, aunque todo el camino fuera plano, sentí un desnivel a cada momento. A los pocos segundos se oyen extraños y muy ruidosos sonidos, de los cuales desconocía completamente. Miro de un lado al otro y distingo los perfiles de todos los hombres, pero de ahí nada. Una débil luz logró captar mi atención, pero eso desapareció al escuchar gritos.

Unos desenfrenados y trágicos gritos que me erizaron la piel.

Me detengo abruptamente, y a ellos conmigo.

The Drama of Problem [MAMP#4] #YoSoyAnarky2018Where stories live. Discover now