CAPÍTULO VIII

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—Así que esto es un centro comercial... —se admiró Zareb.

Alma le miró con cara rara. Le parecía imposible que de verdad no hicieran más que esas extrañas misiones y proteger el Amuleto. Por supuesto, habían salido los cinco de casa a acompañarla de compras, porque no parecían poder dejarla sola ni una milésima de segundo.

—¿A dónde vamos primero? —le preguntó Evon, muy atento.

—A... la ropa, por ejemplo. Lo que no sé es... ¿el dinero...? —se sonrojó un poco al tener que preguntarlo, pero cuando la habían "secuestrado" no llevaba dinero, pues volvía de la playa.

Se rieron todos un poco y Alma no supo si eso constituía una buena señal o todo lo contrario. Al fin y al cabo, no les conocía apenas de nada.

—¡No te preocupes por el dinero! —Zareb le dio una palmada demasiado fuerte en la espalda que la empujó un poco hacia delante— El Consejo nos da de sobra y no lo hemos gastado nunca.

Alma sonrió.

—Pues vamos por allí —señaló a una tienda de ropa a la que solía ir de vez en cuando.

Dedicó la siguiente media hora a probarse ropa que le resultase cómoda y se quedó con unas cuantas cosas, lo suficiente como para sobrevivir bastante tiempo en aquella casa. Procuró no comprar nada demasiado caro y, aunque no pararon de insistirle en que siguiera cogiendo prendas, ella se negó en redondo. Ya le parecía abusar demasiado de ellos.

Una parte de ella le decía que era ella la víctima en aquella situación, que se merecía al menos un trato excelente, algo que lo compensara. Pero nunca había sido así, y no se veía capaz de empezar a serlo en ese momento.

Zareb y Sam cargaban con las bolsas, sin mayor problema. Alma había sido incapaz de conseguir que se las dejaran llevar a ella.

—Habéis visto demasiadas películas, chicos —sonrió, aunque agradecida— Podría llevarlas yo perfectamente.

—¿Alma? —oyó una voz femenina a su izquierda.

Giró la cabeza para intentar localizar a la persona que le hablaba, y pronto descubrió a su compañera de clase, Carolina, mirándola emocionada y acercándose a ella.

Carolina no había "evolucionado" a la categoría de amiga porque no estaba en su mismo grupo, pero siempre le había caído muy bien. Le sonrió con ganas.

—¡Hola! —la saludó, dándole dos besos— ¡Cuánto tiempo!

—¡Y que lo digas! —sonrió ella a su vez— ¿Y qué haces tú por aquí?

—Vengo de compras- se encogió de hombros y señaló las bolsas que llevaban los chicos en la mano.

Carolina se quedó observando con curiosidad a Zareb.

—Vaya, no sabía que tuvieras novio —sonrió, encantadora.

Alma se sonrojó al instante, sin siquiera saber por qué.

—Qué va —sonrió, de forma no muy convincente— Es un amigo. En realidad, los cinco lo son. Zareb, Sam, Eiro, Evon y Neo —les presentó.

Carolina frunció el ceño, como con una mezcla de extrañeza y curiosidad. Alma no pudo evitar fijarse en cómo miraba a los chicos. Como si fueran actores de película que conociera por primera vez. 

—Qué nombres más extraños.

—Ya... —coincidió Alma— Bueno, Carol, ya nos veremos que aún tenemos mucho que comprar y poco tiempo para hacerlo. Disfruta el resto del verano.

Los guardianes del AmuletoWhere stories live. Discover now